Uno de los conceptos más pragmáticos de la estrategia de competitividad que propone el profesor Michael Porter (2017), es la creación de ventajas para competir y ganar tanto en el aspecto empresarial como en el de un país.
Los tiempos actuales de transformación digital han provocado la evolución de la competitividad a esquemas más colaborativos, no obstante el aporte estratégico individual sigue siendo relevante para agregar valor al mundo laboral. Para que ese aporte, sea valorado como una ventaja competitiva, deben cumplirse tres supuestos: que ofrezcan características únicas distintivas, que posean aspectos diferenciales complementarios y que difícilmente sean replicables por sus oponentes competitivos en el corto o mediano plazo.
Para simplificarlo, entendamos que crear una ventaja competitiva, es un proceso estratégico extensible a diferentes facetas humanas como: la vida personal, un emprendimiento, una experiencia profesional e incluso a nivel de un país, y su consecución es el resultado final de un articulado conjunto de procesos formativos técnicos y educativos planificados y construidos en el tiempo.
Explicándolo mejor, imaginemos que competimos por un empleo en el cual existen muchos candidatos con rasgos similares; seguramente la entidad contratante, seleccionará un candidato finalista que se diferencie por sus características únicas y difícilmente imitables, por ejemplo: el dominio del idioma inglés, la experticia en un software especializado o incluso por contar con un networking único para determinados objetivos. Si se cumple la teoría meritocrática, será más difícil para un candidato que posea características no diferenciales tener éxito en su objetivo.
Ahora intentemos extrapolar el ejemplo anterior hacia el mercado laboral global en el contexto del Ecuador y su talento humano. A manera de anécdota, he observado desde hace algunos años, una creciente movilidad laboral internacional de profesionales ingenieros ecuatorianos (politécnicos y de otras grandes universidades) desarrolladores de software contratados por empresas de Latinoamérica y del mundo.
Si lo pensamos bien, una excelente oportunidad es potenciar y multiplicar el talento de casos como los de esos jóvenes ecuatorianos que el mundo ya contrata por sus características especiales, mediante la creación de escuelas técnicas masivas que preparen más jóvenes en áreas de enfoque STEAM y otras como: programación, mecánica automotriz, videojuegos, enfermería, manufactura de calzado, etc. Y aunque, existen en el país proyectos de formación técnica como el de la Cámara de Comercio Ecuatoriana Alemana y otros casos esporádicas de algún gobierno, sería totalmente posible amplificar la estrategia con asistencia técnica de exitosos modelos duales internacionales, y convertirla en una política de estado.
Esta formación técnica de alta calidad representaría una oportunidad de empleabilidad juvenil en campos de especialidad diferenciales mediante un currículo desde la escuela primaria hasta la educación superior, el cual incluya 4 pilares académicos claves: a) una certificación internacional individual de idiomas globales como inglés, alemán, francés, chino, etc., que son los idiomas de los países demandantes de estos perfiles; b) la enseñanza de metodologías para la creación de startups como Design Thinking, Lean Startup, Agile, Scrum, SAFe, Kanban, Kotter, Design Sprint, etc. con el objetivo de apuntalar el desarrollo de un ecosistema de emprendimiento para que esos jóvenes tengan también las herramientas para crear empresas; c) un plan de formación longitudinal de habilidades blandas transversales relevantes para el mercado laboral (BID): negociación, creatividad, flexibilidad para el aprendizaje, capacidad de adaptación, toma de decisiones, gestión emocional y resiliencia; y, d) herramientas de educación financiera.
La decisión de impulsar mediante un gran acuerdo nacional la educación técnica dual representaría una seria estrategia de aporte al mercado global laboral mediante la formación técnica en áreas no tradicionales. Para ello, se requiere de una decisión política que alinee en un frente común, indiferente de la afinidad política, la consigna de definir la educación técnica como el eje de la ventaja competitiva del Ecuador y como lo plantea Porter, mediante un liderazgo eficaz disruptivo pues si queremos transformar la educación, no debemos seguir haciendo lo mismo. (O)