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Ecuador: ¿Un paraíso perdido para la infancia?

Silvia Tapia

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Nuestro país maravilla a propios y extraños, su ubicación geográfica nos permite ser diversos en sus paisajes, expresiones culturales, gastronómicas, la biodiversidad y tal vez lo que más impactaba era la amabilidad de su gente, así como la tranquilidad en la que se podía vivir.

24 Febrero de 2025 08.59

Revisando las redes sociales, en los primeros quince días de este mes, que paradójicamente es el mes del amor y de la amistad dos noticias estremecieron mi corazón como madre, hermana, hija, ciudadana... como ser humano. Javier un bebé de 11 meses perdió la vida en manos de sicarios que acribillaron el auto en el que viajaba a plena luz del día.

Ese mismo día, Mía, otra pequeña de tres años, perdía la vida en condiciones similares. Las balas no solo se dirigieron a los adultos, también impactaron en su cuerpo. Son las víctimas más jóvenes que forman parte de las cifras de muertes violentas en nuestro país.

No me centraré en las causas de la violencia porque son varias y de origen multisectorial (además, es tema de otro artículo) me centraré en del lado de Javier, de Mía y de los siete niños más que dejaron de existir en lo que va del año por la misma causa.

Por un momento detén tus pensamientos e imagina el rostro de un niño, seguro conoces a alguien y ahora cuestiónate ¿qué peligro representa un bebé de once meses para un adulto armado? ¿Una niña de tres años te ponen en riesgo? ¿Su imagen te genera alguna reacción?

Tal vez parecen reflexiones sencillas y lógicas, pero es evidente que esta acción está anulada en las personas que por dinero cumplen una orden sin mostrar sensibilidad ante un niño, y sí son víctimas colaterales, pero son víctimas y pasan a ser cifras. Posiblemente en otro espacio analicemos la contraparte y solo les dejo como inquietud: ¿cuál es el perfil del sicario en Ecuador?

Al nacer somos indefensos, no podemos sobrevivir por cuenta propia, ni pedir o conseguir lo que nos falta, pese a esta condición tenemos derechos: a un nombre, a una familia, a la nacionalidad, tenemos derecho a la vida.

En 1959 la Asamblea General de Naciones Unidas aprueba la Declaración de los Derechos del niño, reconociendo así su derecho a la protección, la salud, la educación, el juego, no es sino hasta 1979 en el que se declara el Año Internacional de niño y en 1989 se aprueba la Convención sobre los Derechos del niño (UNICEF).

Cuando converso de este tema con los niños, hay dos preguntas que con nacen con mucha frecuencia: ¿Y quién cuida los derechos de los niños? ¿Cómo hacen para cumplir con los derechos de los niños? Siempre pensé que la respuesta era fácil y abiertamente explicaba: los adultos somos los encargados de cuidarles y brindarles lo que necesitan: comida, ropa, medicinas, juguetes, pero sobre todo cuidados y amor. Tal vez una de las mejores oportunidades para apreciar la vida, la espontaneidad, sinceridad y expresión de goce y felicidad es cuando vemos a los niños jugando, crean diferentes escenarios, algunos muy reales (que reflejan lo que viven) y otros cargados de creatividad, de diálogo, emociones, movimiento que hacen que el tiempo se quede corto y sin que se den o nos demos cuenta con esta actividad se preparan para aprender lo que el adulto les quiera enseñar.

Javier y Mía ya no jugarán, ya no es necesaria la ropa, la medicina, el juguete, ni la enseñanza ni el cuidado. Sus muertes dejan ver claras fragilidades en el cuidado, no solo de parte de los padres o cuidadores primarios, sino principalmente del estado. Como adultos nos adaptamos (también a estado de inseguridad, pese a que no deberíamos) y estamos aprendiendo a auto cuidarnos, a ver todos los días reportes de actos contra otras personas a ser desconfiados de las personas que se acercan a preguntarte algo en la calle, porque lo primero que pienso en ese instante es ¿y si me escopolamina? En el caso de los niños debido a factores madurativos, este temor y desconfianza no están presentes ni guían su comportamiento lo que los lleva a ser altamente vulnerables. 

Javier Gutiérrez, sociólogo, en una entrevista realizada por la periodista Annbell Verdezoto comentó que por años los criminales tenían una "especie de código" de no atacar a los niños, su análisis gira en relación a que dados los recientes acontecimientos esta condición ha cambiado y "han borrado todo tipo de principio o código"

Nuestro país maravilla a propios y extraños, su ubicación geográfica nos permite ser diversos en sus paisajes, expresiones culturales, gastronómicas, la biodiversidad y tal vez lo que más impactaba era la amabilidad de su gente, así como la tranquilidad en la que se podía vivir.

Seguramente jugaste o escuchaste las historias sobre los niños que jugaban en la calle hasta entrada la noche e incluso más tarde mientras sus padres estaban en casa escuchando la bulla que había en la calle. ¿En qué momento esto se convirtió en historia? ¿En qué momento el Ecuador dejó de ser un paraíso para la infancia? (O)

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