Ecuador se queda sin agua y energía: el costo de ignorar el cambio climático
El agua que hoy ahorres será la que calme la sed de las futuras generaciones. La energía que no uses hoy podría ser la que ilumine el camino de los que vienen después.

El cambio climático no es un problema lejano, y menos para los que vivimos en Ecuador. Sus efectos ya son evidentes en el acceso al agua y a la energía, afectándonos a todos. Pero, ¿cómo este problema global está cambiando nuestra realidad local?

El agua, un recurso cada vez más limitado, en Ecuador, a pesar de tener muchos ríos y recursos naturales, enfrenta serios problemas, los cambios en las lluvias y el derretimiento de glaciares están afectando la disponibilidad de agua:

  • Glaciares en peligro: Glaciares como el Antisana han perdido más del 40% de su tamaño en las últimas décadas. Esto afecta el agua potable que llega a ciudades como Quito.
  • Sequías prolongadas: En la Costa y algunas partes de la Sierra, las sequías son más frecuentes y reducen el agua para los cultivos.
  • Inundaciones extremas: Por otro lado, las lluvias fuertes causan inundaciones que dañan caminos, viviendas y contaminan las fuentes de agua.

No olvidemos los cortes de luz, y como esto complica la vida diaria, actualmente enfrentamos apagones que pueden durar hasta 12 horas. Esto sucede porque Ecuador depende de la energía hidroeléctrica, pero este modelo está en crisis debido al cambio climático:

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  • Menos agua para las hidroeléctricas: La falta de lluvias hace que los ríos tengan menos agua, afectando centrales importantes como Coca Codo Sinclair. Esto nos obliga a usar opciones más caras y contaminantes, como combustibles fósiles.
  • Apagones constantes: En épocas de sequía severa, el país no puede generar suficiente electricidad, dejando a hogares y negocios sin energía por horas.

El impacto directo se siente en la vida diaria, sobre todo en las zonas rurales. La falta de agua complica la agricultura y la ganadería, afectando a quienes dependen de estas actividades. Además, en la Costa, el agua subterránea se está salinizando por el aumento del nivel del mar, haciendo más difícil conseguir agua potable. 

La falta de luz afecta directamente a muchos de los negocios locales, que no pueden operar con normalidad, lo que genera pérdidas económicas significativas, sobre todo en pequeños emprendimientos. Restaurantes, tiendas y talleres no pueden atender a sus clientes, y las cadenas de frío en muchos lugares se interrumpen, dañando alimentos. Además, los apagones aumentan la inseguridad. Sin alumbrado público, las calles se vuelven más peligrosas, facilitando robos y otros delitos, la ausencia de luz se traduce en miedo e incertidumbre.

¿Qué se está haciendo y qué más podemos hacer? La solución no solo depende del gobierno, sino también de cada uno de nosotros, resolver este problema necesita que todos hagamos nuestra parte:

  1. Cuidar las cuencas hídricas: Proyectos como la reforestación ayudan a retener agua y reducir los efectos de las sequías.
  2. Usar más energías renovables: La energía solar y eólica podrían ser grandes alternativas para no depender solo de la hidroeléctrica.
  3. Acciones ciudadanas: Ahorrar agua y energía en casa, y exigir políticas ambientales más firmes, son formas en que todos podemos contribuir.

El cambio empieza en lo que hacemos cada día, no podemos seguir actuando como si el agua y la luz fueran infinitas. Cada gota que desperdiciamos y cada luz que dejamos encendida son oportunidades perdidas para cuidar nuestro futuro, la verdad no sé si somos conscientes de que si no cuidamos lo que tenemos hoy, mañana no habrá agua para beber ni luz, ¿se imaginan una vida así?

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El agua que hoy ahorres será la que calme la sed de las futuras generaciones. La energía que no uses hoy podría ser la que ilumine el camino de los que vienen después.

El momento de cambiar es ahora. Desde cerrar un grifo hasta exigir políticas responsables, cada acción cuenta. ¿Qué estás dispuesto a hacer para marcar la diferencia? (O)