Una de las características más importantes del mercado de valores del Ecuador es la total predominación de las transacciones en títulos de renta fija a plazo fijo, tanto de bancos como de empresas del sector real. Y no es una exageración, de los US$ 13,452 millones que se negociaron en el 2022, más del 99% fueron títulos a plazo fijo.
Esto representa una notable diferencia con otros mercados, no solo del primer mundo, sino también de Latinoamérica, donde las acciones se llevan los titulares de prensa. Esto se debe a muchos factores que no alcanzaríamos a cubrir en un artículo, pero lo que sí cabe es reflexionar sobre uno de los principales, que también refleja una de las carencias de la economía ecuatoriana: las inversiones a largo plazo.
¿Por qué es tan relevante? Porque en los mercados desarrollados, las acciones son el título valor de plazo más largo y los inversionistas institucionales como los fondos de pensión, tanto privados como estatales, son los más importantes de todos, tanto por su tamaño como por sus perspectivas de largo plazo a la hora de invertir. Y, aunque existen títulos de renta fija con plazos largos y muy buenas rentabilidades, en plazos largos las acciones generan mayores beneficios.
Entonces, al invertir y especular en acciones, los agentes le están dando liquidez a los papeles con mayor plazo del mercado, lo cual nos dice mucho del horizonte de tiempo de los inversionistas y de las empresas que cotizan sus acciones en bolsa. En otras palabras, manifiestan su confianza en la capacidad de las empresas de crear beneficios por muchos años en el futuro.
Eso es precisamente lo que no tenemos en el Ecuador. El fondo de pensiones más grande del país es el IESS, que, en lugar de priorizar la inversión de largo plazo en sectores productivos, suele priorizar sus inversiones en papeles del Estado, lo que ayuda al Gobierno Central con sus tradicionales déficits.
El IESS, en su portafolio de inversiones de alrededor de US$ 22 mil millones, tiene alrededor del 40% destinado a Bonos del Estado, con las perspectivas de aumentar este porcentaje en el 2023. O sea, tiene más monto destinado al Estado que a los Préstamos Hipotecarios (que representan el 31% de su portafolio y que por lo menos son de largo plazo y benefician tanto a afiliados como a constructores). El problema es que, a pesar de que invertir en estos Bonos es seguro, esto suele limitar la rentabilidad de estos fondos, que recibirían muchos más beneficios si estuvieran orientados al sector productivo en inversiones de largo plazo, tanto de renta variable como fija.
¿Y qué pasa en la banca privada? De los US$ 43 mil millones en depósitos en la banca ecuatoriana a cierre del 2022, el 40% se encuentra a depósitos a plazo fijo, de los cuales más de la mitad, o sea US$ 9,402.94 millones se encuentran en plazos entre 30 y 180 días, es decir, la mayoría está alrededor de los 90 días. Estos plazos en sus depósitos los obliga a priorizar créditos de rápida recuperación, lo que no le permite a la banca comercial invertir en proyectos de largo plazo en grandes dimensiones.
De esta manera, el Ecuador tiene deficiencias en la orientación del ahorro interno a largo plazo, lo cual explica las bajas transacciones de acciones y la ausencia de técnicas de inversión alternativas, como fondos de capital privado (Private Equity) y de capital de riesgo (Venture Capital). Estos necesitan de plazo para invertir en empresas, sanearlas, desarrollarlas y venderlas con buenas ganancias para los inversionistas. Ganancias que en otros lados ayudan a mejorar los ingresos de los que reciben las pensiones y son ejemplo de cómo usar los mercados para generar beneficios para los jubilados.
Si no podemos orientar el ahorro nacional a largo plazo, nos quedamos sin un importante instrumento de desarrollo. Nos hacen falta fondos invirtiendo a largo plazo en el país. (O)