Desde ayer el Ecuador actúa como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y lo hará este año y el próximo. Su elección, para este período de dos años, fue aprobada el 9 de junio anterior con el impresionante número de 190 votos de 192 posibles. Se dirá que ello es fruto del consenso previo, pero, aunque resulte poco elegante caer en comparaciones, a quien argumente aquello solo habría que sugerirle que se fije en los votos obtenidos por otros miembros elegidos y concluirá que muy pocos de ellos han alcanzado una votación similar a la del Ecuador.
¿A qué se debe tan alta votación? Los expertos la adjudican a la excelente campaña realizada por el Ecuador a lo largo del 2021, junto con el reconocimiento a su política internacional, de más larga data, que incluye su férrea adhesión a los principios de las Naciones Unidas. En la campaña se presentó la candidatura mediante acercamientos personales con todos los Estados Miembros, una tarea ejecutada por el propio canciller, otras autoridades de la Cancillería, todas las embajadas del Ecuador en el mundo y el entonces representante permanente en la ONU, embajador Cristian Espinosa, de brillante desempeño. Hoy la misión está a cargo de Hernán Pérez Loose, conocido abogado e inteligente columnista, con amplia experiencia en derecho internacional privado.
Pero, en realidad, esta es una membresía a título país, por lo que el Ecuador estará representado por el presidente de la República y, por delegación, por el ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana y los funcionarios diplomáticos acreditados ante las Naciones Unidas.
Como se conoce, el Consejo de Seguridad está conformado por 15 miembros, cinco permanentes (China, EE. UU., Francia, Reino Unido y Rusia), y diez no permanentes, quienes actúan por períodos bianuales. Cada año, la Asamblea General elige a cinco de los miembros no permanentes (del total de diez). Estos puestos no permanentes se eligen por regiones, de conformidad con una resolución de 1963.
Esta es la cuarta ocasión en que el Ecuador participa como miembro del Consejo de Seguridad, y lo hace después de 31 años.
Su primera participación fue en 1950-1951, es decir, todavía dentro del primer quinquenio de existencia de la ONU, en medio de la reconfiguración del orden internacional, todavía agitado tras la Segunda Guerra Mundial. Era el Gobierno de Galo Plaza Lasso.
En el segundo período (1960-1961), las labores del Consejo de Seguridad se desarrollaron en medio de las tensiones de la Guerra Fría. El Ecuador fue uno de los cuatro países que en 1960 presentó una resolución con la cual el Consejo recomendó a los Gobiernos de EE. UU., Reino Unido, Francia y, la entonces Unión Soviética, que buscasen una solución negociada y, en todo caso por medios pacíficos, luego de que no pudieron resolver sus diferencias en la Cumbre de París de 1960. Era el Gobierno de José María Velasco Ibarra.
Durante su tercer período (1991-1992), el Ecuador sirvió en un Consejo de Seguridad ampliado por la primera reforma vigente desde 1965 y en medio de cambios en la configuración política global, así como de conflictos abiertos en América Latina y el Caribe. Para la diplomacia ecuatoriana, el entonces problema limítrofe con el Perú, (resuelto más tarde con la firma de los Acuerdos de Paz de 1998), presentaba un reto particular en toda su gestión. Era el Gobierno de Rodrigo Borja.
Hoy, como ayer, el Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales y, en esa medida, es el único órgano de la ONU cuyas decisiones, conforme a la Carta de las Naciones Unidas, son vinculantes, es decir, de obligatorio cumplimiento para los estados miembros. De ahí la relevancia de ser parte de este órgano, cuando la invasión de Rusia a Ucrania, y otros persistentes conflictos mundiales, deben ser resueltos.
Es que ser miembro del Consejo de Seguridad implica participar en el análisis y la toma de decisiones sobre situaciones extremas como esas y solo el multilateralismo, la solución pacífica de controversias, el derecho a la autodeterminación de los pueblos y el respeto irrestricto a la integridad territorial ––principios en los que el Ecuador ha creído siempre–– pueden ser las herramientas para la paz global, con apego y respeto al derecho Internacional.
Durante su campaña, el Ecuador afirmó que seguirá actuando con pleno apego a esos principios y propuso cinco ejes prioritarios: 1) La solución pacifica de las controversias y el alto al fuego a nivel global. 2) La paz sostenible y la atención a las amenazas emergentes. 3) La protección de la población civil y la agenda de “Niños y Conflictos Armados” 4) La promoción de la agenda de “Mujer, Paz y Seguridad”, y 5) La no proliferación y la lucha contra el tráfico ilícito de armas.
El Ecuador cumplirá a cabalidad con esta alta responsabilidad mundial. (O)
CORRECCIÓN: Cometí un par de errores en esta columna, en el artículo titulado “Guillermo Lasso en la Casa Blanca”, aparecido hace 15 días, por lo que rectifico, como es mi obligación. Uno fue el cargo de David Malpass, quien es presidente del Banco Mundial.
Y el otro, más grave, fue repetir, sin investigar, que el cierre del Programa de Servicio Ampliado (SAF) con el FMI, firmado en 2020 y que culminó en diciembre, con la aprobación del último desembolso, por US$ 700 millones, era algo que “no se había repetido desde 1961”. Felizmente tengo los mejores lectores. Tanto Abelardo Pachano como Simón Cueva me hicieron notar que Ecuador sí cumplió varias veces sus programas con el FMI. “Esta es la tercera ocasión desde el retorno a la democracia” (en que se cumple un programa), me dijo Pachano. Y precisó que los dos anteriores fueron los de 1983-84 y 2001. Fallaron los programas de Febres Cordero, Borja, Sixto y Mahuad.
Simón Cueva incluso me mandó el enlace al cuadro “Ecuador: History of Lending Commitments as of November 30 2022”, que copio a continuación: https://www.imf.org/external/np/fin/tad/extarr2.aspx?memberKey1=270&date1key=2022-11-30