Históricamente, los factores de producción estaban compuestos por: trabajo, capital y tierra. Con estos recursos se alcanzaba una curva de posibiliades de producción en una economía para generar bienestar y en consecuencia, las naciones con grandes extensiones de tierra y con más habitantes tenían una ventaja ante las demás. Sin embargo, desde que la tecnología se incorporó a esta ecuación se ha dado un golpe en el tablero ante la posibilidad que todas las economías puedan obtener crecimientos exponenciales.
La economía digital se basa entonces, en la mejora de posibilidades de producción, sostenida en infraestructura, a través de redes y accesos, que permiten el desarrollo de tecnologías de información y comunicación (TIC), para mejorar procesos productivos, educativos y de negocios, con el objetivo de llegar al colectivo, generar desarrollo y mejor calidad de vida.
En la actualidad los mercados económicos han experimentado un gran dinamismo, las causas de esta evolución están relacionadas precisamente a la tecnología. La globalización, el acceso a la información y la aparición de canales de promoción de bajo costo han diluido las barreras de entrada a los mercados, generando nuevas oportunidades de emprendimiento, en las que no es necesario tener estructuras físicas o grandes volúmenes de inventario. Estamos ante una nueva economía digital que se potenció en el mundo debido a la pandemia.
El crecimiento generalizado de la economía digital ha transformado la forma de interactuar de los agentes económicos (estado, empresa, persona), se prevé que en el 2025 su importancia alcance el 25% del PIB mundial, cifra que ha mejorado significativamente en relación al 15,5% del 2016.[1]
Sin embargo, aún son grandes los desafíos en la región para alcanzar los estándares de los países desarrollados, puesto que tenemos que atender varias limitaciones de infraestructura tecnológica que restringen los accesos de la población al uso de internet y otros servicios digitales. Si bien, la pandemia impulsó el uso de tecnologías, por otro lado la economía en Ecuador tuvo un decrecimiento significativo (- 7% del PIB), que afectó a los servicios sociales en general, incrementando la pobreza.
En Ecuador existe una desigualdad en los accesos a internet entre las zonas rurales y las zonas urbanas del 38% al 70% respectivamente. Esto genera distorsiones en el desarrollo que está directamente relacionado con los insuficientes niveles de competencias digitales. Ecuador ocupa el puesto 98 de 141 en este índice del Foro Económico Mundial. Aún existen brechas importantes en el desarrollo digital que el gobierno ecuatoriano deben atender con premura.
El informe de Economía Digital para América Latina y el Caribe desarrollado por el Banco Mundial, señala que efectivamente existen desafíos y oportunidades que se basan en:
- Inversión en infraestructuras fijas y móviles, a fin de conseguir mayor cobertura de internet, pero además, de disminuir los costos de estos servicios.
- Tranformación digital de los servicios públicos, a través de plataformas digitales. Los esfuerzos de las instituciones han sido individuales; tener una visión integral permitirá hacerlo eficientemente.
- Ampliar y promover el sistema de pagos digitales, generar interacciones para las empresas privadas y empresas públicas.
- Trabajar en un marco jurídico moderno para el control y regulación de las empresas digitales y nuevos modelos de negocio.
- Ampliar el apoyo, a través de la disponibilidad de financiamiento de capital de riesgo para las nuevas startups.
- Incrementar las competencias digitales, fortaleciendo el sistema educativo.
- Generar un ambiente de confianza para el mercado digital, protegiendo y garantizando las operaciones y la información.
Cada uno de estos aspectos aspectos señalados, generan una agenda de trabajo para el gobierno de turno, pero creo que uno de los temas de mayor relevancia y que todos debemos empujar para promoverlo, es el apoyo a las fintech, ya estas generan, a través de sus servicios o del desarrollo de nuevos modelos de negocio, el salto de la curva de posibilidades de producción, que finalmente se traduce en bienestar para los ecuatorianos.
Según el informe referido anteriormente, Ecuador tiene aún un pequeño número de empresas digitales en relación con el tamaño de su economía. En el año 2022 se identificaron 298 startups de las cuales 43 fueron fundados por mujeres. El sector que tiene mayor participación es el financiero con un 21%, seguido por el comercio electrónico con un 14%, soluciones empresariales en 12% y logística un 8%.
Otro de los aspectos muy importantes es el financiamiento para esta economía digital, los productos tradicionales desde las instituciones financieras no abarcan este tipo de iniciativas de emprendimiento. El 40% de las empresas digitales han señalado que han recibido algún tipo de financiamiento formal, pero no necesariamente de instituciones bancarias, sino, a través de fondos, encubadoras, aceleradoras, capital ángel, etc.
En pocas palabras, tenemos una gran oportunidad de mejorar las condiciones de interacción entre Estado-Empresa-Población, a través de inversión que impulse la economía digital, que genere como resultado servicios públicos digitales integrales, procesos productivos eficientes, nuevos modelos de negocio, y acceso a información y conocimiento para todos. Esta combinación virtuosa mejorará la calidad de vida de los ciudadanos y les permitirá percibir nuevas oportunidades de desarrollo. (O)
[1] Banco Mundial. (enero de 2024). Economía digital para América Latina y el Caribe.