Forbes Ecuador
duelo
Columnistas
Share

Tengamos honor al momento de hacer negocios, al momento de relacionarnos, al momento de abordar la verdad. Actuemos frente a las faltas de honor recibidas y causadas con fortaleza y decisión. Declaremos un duelo a muerte a esas actitudes personales que no contribuyen a nuestro crecimiento personal ni al desarrollo de nuestras sociedades.

1 Septiembre de 2023 11.12

El honor es un valor fundamental que define la dignidad de cada persona. El honor es la condición de respeto que merece cada ser humano por el simple hecho de serlo, como afirmaba Sócrates. Es la capacidad de saber guardar nuestra dignidad y respeto en cada uno de nuestros actos.

El concepto de honor puede parecer anticuado, pero es fundamental para nuestro desarrollo y el de nuestras sociedades. Sin honor las relaciones serían superficiales y estarían basadas en intereses personales; los negocios se harían sin confianza y pensando en beneficios en el corto plazo (la teoría del ganar-ganar de negociación quedaría obsoleta), y los compromisos sociales no tendrían ningún valor. Las sociedades sin honor son sociedades débiles, donde la falta de verdad las hace vulnerables a ataques internos y externos.

En 1952, hace tan solo 71 años, el entonces senador de Chile, Salvador Allende, se enfrentó en un duelo a muerte con el senador Raúl Rettig. La razón: una acalorada discusión dentro del Senado que derivó en una aparente falta de respeto hacia Allende realizada en una intervención de Rettig. Los entonces senadores pusieron en juego su vida por su honor, salvándose ambos por un infortunio en el duelo a muerte: Allende tropezó al momento de disparar.

En la era de las redes sociales y la conectividad, es poco probable que tengamos duelos a muerte, sin duda hay mejores maneras de solucionar los problemas. Esto no significa que el honor se haya perdido. Está más vigente que nunca: Al tener acceso a comunicaciones masivas a través de redes sociales, las relaciones sociales se han magnificado; nuestros actos y mensajes pueden ser vistos por millones de personas. Por ello es relevante preguntarnos: ¿Qué significa el honor en el Siglo XXI?

El honor está ligado a la veracidad de nuestras palabras y al cumplimiento de nuestros compromisos. Nuestras intenciones deben ser claras y nuestras acciones coherentes, incluso si resultamos perjudicados por un cambio en las circunstancias. Esto es especialmente relevante en una sociedad en donde la comunicación es inmediata y muchas veces incompleta, la comodidad personal reina y nos hace olvidar el valor de la dignidad de los demás y la fortaleza para enfrentar los problemas de frente y con la posibilidad de equivocarnos cada vez es más escasa. 

El honor está también ligado a que nuestras acciones sean justas. El honor radica en que nuestros actos no nos beneficien en perjuicio de otras personas. La famosa frase "el fin justifica los medios" es fundamentalmente errónea. Pensar que nuestras acciones, por inmorales que sean, si son realizadas para alcanzar un objetivo aparentemente bueno son justificadas, es un gran error. Esto significaría que cada uno de los actores de la sociedad estaría en capacidad de realizar cualquier acción inmoral si es que la hace por un objetivo que a esa persona le parece bueno (¡aunque en realidad sea objetivamente malo!). 

Busquemos ser justos en nuestras relaciones humanas, en nuestro trabajo y en nuestros negocios. Evitemos el beneficio personal a toda costa.

Una sociedad honorable genera líderes que guían a las sociedades hacia objetivos de desarrollo adecuados. Líderes que miran al poder como una oportunidad de servir y no de usarlo en beneficio propio. Líderes, no solo políticos sino también empresariales y de la sociedad civil, con dignidad y honor. Fomentemos el honor en nuestros grupos sociales, empresariales, familiares y políticos. Fomentemos el apego a la verdad, la valentía de aceptar quiénes somos y la justicia en nuestros actos.

Empecemos por nosotros mismos: procuremos no maquillar la verdad, procuremos no hablar mal de la gente, procuremos solucionar los problemas basados en el diálogo frontal. En lo profesional, no busquemos perjudicar al otro, no busquemos beneficiarnos del desconocimiento, procuremos cumplir con nuestra palabra y compromisos, aunque ya no sean convenientes para nosotros.

Tengamos honor al momento de hacer negocios, al momento de relacionarnos, al momento de abordar la verdad. Actuemos frente a las faltas de honor recibidas y causadas con fortaleza y decisión. Declaremos un duelo a muerte a esas actitudes personales que no contribuyen a nuestro crecimiento personal ni al desarrollo de nuestras sociedades. (O)

10