Desenmascarando el síndrome del impostor
Para enfrentar como sociedad el síndrome del impostor, trabajemos en la autoestima personal, familiar y de país, lo cual nos permita transformar nuestras inseguridades en ese nuevo carácter que defina una identidad de confianza, autenticidad y disfrute de las cosas sencillas e importantes que tanto necesitamos todos y nos cuesta reconocer.

La historia cuenta que, un mes antes de su muerte, Albert Einstein confesó a un amigo la inquietud que le generaba la excesiva estima que se le tenía por el trabajo científico que había hecho en su vida, lo que lo llevaba a verse a sí mismo como un "estafador involuntario". Este fenómeno no es exclusivo de genios; el síndrome del impostor puede afectar a personas de todos los ámbitos, desde estudiantes hasta CEOs, quienes a menudo dudan de sus habilidades o logros, creyendo que son incompetentes y que no merecen el éxito que han alcanzado.

El término fue acuñado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1.978 en su publicación The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention. Aunque su investigación se centró en mujeres exitosas, sus hallazgos son aplicables a toda la población, pues describen a quienes, a pesar de sus logros académicos y profesionales, sienten persistentemente que son un fraude y que han engañado a quienes piensan positivamente sobre ellos. 

Este boicot personal tiene también algún tipo de relación con el efecto Dunning-Kruger, descrito en 1.999, que muestra cómo las personas incompetentes tienden a sobreestimar sus habilidades, mientras que aquellas altamente competentes suelen subestimarlas. 

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En la vida cotidiana, los perfiles más propensos a experimentar el síndrome del impostor son aquellos con temperamentos perfeccionistas, quienes se desenvuelven en entornos competitivos y también las personas perteneciente a minorías en posiciones de poder. Según la Dra. Valerie Young, cofundadora del Instituto del Síndrome del Impostor, siete de cada diez personas han experimentado este fenómeno en algún momento de sus vidas y de acuerdo con las manifestaciones del síndrome, plantea agruparlas en cinco categorías:

  1. El perfeccionista: Se fija expectativas extremadamente altas y, aunque alcance casi todos sus objetivos, percibe cualquier fallo como un fracaso, lo que lo lleva a cuestionar sus habilidades.
  2. El genio: Son personas que han destacado académicamente con facilidad. Al enfrentar nuevos desafíos que requieren mayor esfuerzo, pueden sentir que carecen de las habilidades necesarias.
  3. El individualista: Evita pedir ayuda, considerándolo una señal de debilidad o falta de capacidad.
  4. El experto: Busca dominar completamente un tema, temiendo no ser "suficientemente experto". Esto lo lleva a dudar de sus capacidades si no cumple todos los requisitos de un trabajo o siente que le falta información.
  5. El superhéroe: Se exige sobresalir en todos los aspectos de su vida. Cuando falla en alguno, puede experimentar el síndrome del impostor, lo que resulta en agotamiento físico y mental.

Los síntomas más comunes del síndrome del impostor incluyen autocrítica excesiva, miedo constante al fracaso e incapacidad para reconocer el éxito. Su afectación incluye a individuos de diversos géneros, edades y culturas, aunque su prevalencia y manifestación pueden variar. Un metaanálisis que incluyó 108 estudios con más de 40.000 participantes encontró que las mujeres suelen obtener puntuaciones más altas en las mediciones del síndrome del impostor. 

El síndrome del impostor puede surgir en cualquier etapa de la vida, pero hablando de educación, es común entre estudiantes que enfrentan nuevos entornos académicos, especialmente si carecen de apoyo para adaptarse. En estos casos, suelen adoptar dos respuestas: la procrastinación, al sentirse incapaces de cumplir con las tareas, o la preparación excesiva, que lleva al agotamiento físico y mental por intentar compensar una aparente falta de conocimiento.


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Si en algún momento de tu carrera profesional has tenido pensamientos similares a los siguientes, es posible que hayas enfrentado algunas de las manifestaciones del "síndrome del impostor":

  • "¿Por qué me están felicitando? ¡No hice nada especial!"
  • "Seguro cometieron un error al contratarme, me confundieron con alguien más."
  • "Si supieran que busqué la mitad de las respuestas en Google..."
  • "¿Publicar esto? Mejor no, seguro alguien ya lo ha hecho mejor."
  • "Todos parecen saber lo que hacen, menos yo."
  • "No puedo creer que engañé a todos para llegar hasta aquí."
  • "Este proyecto salió bien, pero fue pura suerte, no por mí."
  • "¿Y si en la próxima reunión alguien descubre que no tengo idea de nada?"
  • "Mis colegas son demasiado brillantes; yo soy el único fuera de lugar."
  • "Si me piden que explique cómo hice esto, ¡estoy perdido!"

Si ese "fantasma" ronda tu mente, es momento de enfrentarlo y comenzar a desenmascarar al impostor que impacta tu vida personal, laboral o familiar. Para ello, te comparto algunas recomendaciones para abordar esta batalla:

  1. Acepta la experiencia: Reconoce que el síndrome del impostor es común y le puede suceder a cualquiera. Mantén la calma; muchas personas lo han enfrentado.
  2. Evita compararte: Reflexiona sobre tu trayectoria y tus metas a lo largo de los años. Mide tu progreso en función de tus propios logros, no en comparación con los de otros.
  3. Organiza tus objetivos: Establece metas claras y divide tus objetivos en corto, mediano y largo plazo.
  4. Celebra tus logros: Anota mentalmente los elogios que recibas y, lo más importante, reconócete y celébrate cuando alcances un objetivo personal.
  5. Reflexiona sobre tus errores: Haz un listado de tus fallas y míralas como oportunidades para crecer y mejorar.
  6. Acepta tus errores: Recuerda que cometer errores es parte de ser humano. Practica la autocompasión y permítete fallar.
  7. Habla sobre tus sentimientos: Comparte tus experiencias con un mentor, amigo o terapeuta. Obtener una nueva perspectiva puede ayudarte a desafiar creencias irracionales y reconectar con la realidad.

Creo que ha llegado el tiempo de repensar que cuando nos va bien en la vida, esto no es accidente ni un golpe de suerte, sino el resultado de nuestro esfuerzo, dedicación y persistencia. Como sostiene David Brooks en su libro The Road to Character, "el éxito no es solo lo que logras en la vida, sino lo que se convierte en tu carácter". Propongo que para enfrentar como sociedad el síndrome del impostor, trabajemos en la autoestima personal, familiar y de país, lo cual nos permita transformar nuestras inseguridades en ese nuevo carácter que defina una identidad de confianza, autenticidad y disfrute de las cosas sencillas e importantes que tanto necesitamos todos y nos cuesta reconocer. (O)