De títulos a valores: cambios en la educación global
Estamos acudiendo a un movimiento que democratizará el conocimiento de calidad en todo el mundo, más allá de la universidad. Este proceso continuo durante la vida profesional, denominado lifelong learning, será de validez universal y digital.

Hace algunos años, durante una tertulia laboral con un directivo de una organización, ocurrió un curioso incidente que me hizo reflexionar sobre la especial importancia cultural que le damos en la sociedad al trato basado en los títulos académicos como señal de respeto. Este hecho, que en su momento me sorprendió, me hizo comprender que, si bien los títulos profesionales representan conocimientos adquiridos, también son igualmente importantes la calidad humana y los valores de las personas detrás de un título.

Recordando este episodio, me doy cuenta de que estamos viviendo un cambio cultural global en la forma en que se perciben las profesiones. Aunque se ha escrito mucho sobre el tema, aún queda mucho por descubrir, ya que este cambio de paradigma provocará una serie de transformaciones profesionales a nivel mundial.

La realidad actual sugiere la necesidad de mostrar apertura para combinar conocimientos, ya que las fronteras impuestas por las etiquetas profesionales están redefiniendo varios ámbitos de la educación. A partir de un tronco común de conocimientos básicos, ya se están desprendiendo múltiples combinaciones que se experimentan en los centros de educación superior a nivel global.

Para ilustrar este nuevo paradigma, podemos mencionar que un médico general ahora puede especializarse en robótica y, además, necesita dominar la inteligencia artificial. Este tipo de competencias altamente versátiles son cada vez más comunes. Incluso existen varias compañías globales que contratan antropólogos o sociólogos con dominio de varios idiomas y especialidad en psicología, además de certificar sus conocimientos en alguna rama específica de la tecnología, como nuevos perfiles de las funciones del mercadeo de consumo. Bajo los antiguos paradigmas, sería complicado definir una categoría precisa para nombrar a estos títulos polímatas.

A esta nueva realidad, debemos añadir otro factor que resulta de una simple operación matemática: según la UNESCO, hay "235 millones de estudiantes inscritos en universidades de todo el mundo". Estadísticamente, es imposible que todos estos estudiantes consigan un trabajo dependiente al graduarse, es decir, ser contratados por una empresa pública o privada. Por lo tanto, urge incluir conocimientos sobre emprendimiento en los planes académicos de todas las carreras de educación superior. Esto permitirá que los estudiantes se preparen de manera proactiva para crear sus propias empresas utilizando metodologías técnicas. Si lo pensamos detenidamente, todas las carreras son susceptibles de generar autoempleo.

Durante la última campaña electoral en España, surgió una propuesta interesante basada en las teorías económicas del francés Thomas Piketty y el inglés Anthony Atkinson, a la cual se denominó "herencia universal". Consistía en la entrega de un fondo no reembolsable de 20.000 euros a todos los jóvenes españoles, en edades comprendidas entre los 18 y los 23 años. El propósito era fomentar el desarrollo de emprendimientos y facilitar el acceso a la vivienda.

Además de las normales opiniones a favor y en contra, esta propuesta ha introducido un nuevo paradigma que se encauza en fortalecer el sólido sistema emprendedor español. Se basa en la integración de los fundamentos de un problema y su conversión en ejes de una solución: jóvenes + emprendimiento + capital para el desarrollo.

Para lograrlo, la formación superior de los jóvenes en todo el mundo reclama un cambio basado en la redefinición de los planes de estudio para adaptarlos a las necesidades del mercado laboral. Esta redefinición se ha empezado a materializar en Europa desde 2018 mediante un mecanismo denominado credencial digital para el aprendizaje (Europass). Este sistema certifica la validez e integridad de los logros educativos formales y no formales de un estudiante, creando un perfil de identidad educativa individual reconocido laboralmente por las organizaciones europeas.

Estamos acudiendo a un movimiento que democratizará el conocimiento de calidad en todo el mundo, más allá de la universidad. Este proceso continuo durante la vida profesional, denominado lifelong learning, será de validez universal y digital. Esto permitirá que los saberes y los valores humanos formalmente reconocidos redefinan los signos sociales de respeto que culturalmente ahora como sociedad relacionamos casi exclusivamente con un título académico de educación superior. (O)