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Donde otros ven el vaso medio vacío, Ecuador debe estar listo para llenarlo con propuestas e iniciativas que nos otorguen una ventaja estratégica y competitiva.

7 Marzo de 2025 13.50

Tras cuatro años en los cuales la política comercial de Estados Unidos priorizó un acercamiento multilateral y multidisciplinario con tintes claramente proteccionistas, la nueva administración estadounidense parece haber abierto una ventana de oportunidad por la cual Ecuador podría buscar astutamente colarse. Más allá de la generalizada controversia y, en su gran mayoría, perspectiva pesimista predominante en la comunidad internacional frente a los recientes anuncios de la administración Trump, al Ecuador le queda la tarea de encontrar los puntos de convergencia que pueden ser igualmente favorables a nuestro interés nacional.

Al fin y al cabo, Ecuador también atraviesa una grave crisis de seguridad y migración, y ciertamente, su economía está en estado crítico. En este sentido, en las relaciones internacionales y particularmente en la teoría de negociación, se enfatiza la importancia de encontrar el espacio de oportunidad donde ambas partes pueden estar de acuerdo y avanzar sobre esa base. En este contexto, aplicar un modelo de negociación basada en principios, que enfatiza la búsqueda de intereses comunes en lugar de posiciones rígidas permitiría considerar positivamente una alianza estratégica con Ecuador. Bajo esta lógica, Ecuador tiene en sus manos la oportunidad de encontrar puntos en común con la administración estadounidense y diseñar una estrategia de negociación que genere valor para ambos países, basada en intereses compartidos, complementariedad y beneficios mutuos.

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Ecuador posee una ventaja significativa, ya que ha demostrado la disposición sostenida de profundizar sus vínculos con Estados Unidos, así como una alineación con los valores democráticos compartidos. Con la firma del Memorando "America First Trade Policy", la administración ordenó a la autoridad comercial de Estados Unidos abrir un abanico de oportunidades que nos podrían favorecer al Ecuador, siempre que este diseñe una estrategia bien fundamentada. Instó, por ejemplo, a realizar un análisis estratégico de aquellos países con los cuales se podría firmar un Acuerdo de Libre Comercio (ALC), lo cual representa una valiosa carta que el Ecuador no puede pasar por alto.

Ecuador ha reiterado la necesidad de negociar un acuerdo comercial amplio con Estados Unidos, ya que no puede seguir dependiendo de la extensión de preferencias arancelarias para mantener los márgenes de competitividad en la exportación de sus principales productos: rosas, atún, brocoli, entre otros. Desde la administración anterior, quedó claro que el Congreso estadounidense ha priorizado sus asuntos internos y electorales, en un contexto de fuerte polarización política, dejando en segundo plano las concesiones comerciales a países en desarrollo. Y esta tendencia se ha acentuado con el pragmatismo con el cual la administración Trump maneja sus decisiones. Hoy por hoy, la palabra "aranceles" se ha convertido en herramienta clave de la administración para la defensa de su interés nacional.

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Por ello, Ecuador debe posicionarse como un socio estratégico que comparte intereses con ese país, desplegando una estrategia de negociación ganar-ganar. Esto requiere inteligencia y capacidad de adaptación para rediseñarnos y hablar el mismo lenguaje de la administración estadounidense actual. Es el momento de embarcarnos en una negociación efectiva que aplique un análisis exhaustivo de las opciones disponibles y una construcción de valor mutuo.

Esto involucra, por ejemplo, la reanudación de las negociaciones comerciales iniciadas en el primer período del presidente Trump, con la propuesta de establecer un acuerdo comercial de última generación. Este acuerdo debe integrar las prioridades y preocupaciones comerciales de ambas naciones con una visión innovadora y progresista. En este sentido, se podría considerar incluir en este acuerdo, temas de vanguardia que impulsen su desarrollo tecnológico y estructural, y como resultado, conseguir penetrar el mercado estadounidense con productos de altísima calidad, que cumplen todos los estándares internacionales, pero que sencillamente ahora no logran llegar a los consumidores americanos porque pagan hasta 35% de arancel.  Y todo esto, sobre la base del principio de economías complementarias, que ha caracterizado a los flujos comerciales bilaterales.

Entre las oportunidades concretas, Ecuador estaría frente a la ocasión de presentar soluciones para llenar las brechas de suministro en Estados Unidos de ciertos productos alimenticios que se encarecerán tras la imposición de aranceles a otros socios comerciales. Asimismo, se podría incrementar la venta de energía para compensar los cambios arancelarios que encarecerían el petróleo canadiense, estableciendo además nuevas alianzas comerciales en función de nuestra complementariedad económica. A esto se suma la posibilidad de atraer inversión extranjera directa (IED) en sectores estratégicos como la agroindustria y la tecnología, fortaleciendo aún más la relación bilateral.

Donde otros ven el vaso medio vacío, Ecuador debe estar listo para llenarlo con propuestas e iniciativas que nos otorguen una ventaja estratégica y competitiva. Las condiciones son favorables: el nombramiento del Secretario de Estado Marco Rubio y su enfoque en América Latina, el excelente nivel de relacionamiento entre Ecuador y las autoridades estadounidenses, y la evolución de la geopolítica económica en el hemisferio configuran un escenario propicio para que Ecuador emprenda una campaña comercial asertiva. Ecuador debe encontrar ese punto en el que sus intereses se alinean con los de Estados Unidos sin necesidad de concesiones unilaterales, con lo cual sería posible crear un escenario de estabilidad comercial y cooperación beneficiosa para ambas partes.

Si Ecuador juega bien sus cartas y diseña una estrategia inteligente, no solo obtendrá beneficios comerciales inigualables, sino que también fortalecerá su capacidad para combatir las economías ilícitas, hacer frente a las amenazas de seguridad, frenar la migración ilegal, prevenir delitos como la trata de personas, entre otros y, finalmente, esto permitirá sentar las bases para un crecimiento económico sostenido, basado en la creación de empleo y oportunidades.  (O)

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