Esta no es una historia del futuro, sino del pasado. El primer avión en romper la barrera del sonido fue el BELL X-1 en 1946. Pero, el Aérospatiale-BAC Concorde fue el primer avión dentro de esta categoría en transportar pasajeros en vuelos comerciales entre 1976 y 2003. Construido en conjunto con capital privado y público entre el Reino Unido y Francia, esta aeronave podía viajar a 2.172 km/h. Para tener una idea, en comparación, el tren más rápido del mundo viaja a 460 km/h, el auto más veloz llega a los 531 km/h y un BOEING 737 promedio sobrevuela a 837 km/h. Pero, ¿cómo funcionaba y por qué colgó sus alas hace 20 años?
La estructura del Concorde se dividía en varias partes, un cuerpo largo y estrecho para optimizar la resistencia del aire; unas alas muy anchas en forma de delta para generar elevación; unos potentes motores que podían soportar el rápido aire entrante; pintura especial que descargaba el calor y una nariz larga llamada Droop snoot que se inclinaba durante el despegue y aterrizaje para que los pilotos pudieran ver.
Aunque, cuando llegaba a los 1.235 km/h (la velocidad del sonido) algo ocurría: el boom sónico. Un fuerte ruido que se produce debido a que el avión empuja el aire fuera de su trayectoria creando ondas de presión en la parte delantera y trasera de la aeronave. Esto ocasiona que los espectadores en tierra escuchen un gran 'BOOM' continuo. Debido a este problema, en 1973 la Administración Federal de Aviación de EE.UU. cambió sus reglas y prohibió los vuelos supersónicos comerciales sobre el territorio continental. Esto significó que las compañías solo podían ofrecer vuelos sobre el océano, lo que redujo drásticamente sus rutas hasta cerrar sus puertas a inicios del siglo XXI por falta de rentabilidad.
Es aquí donde entra la NASA. Su nuevo avión X-59 es el intento de solucionar el problema del boom sónico. Esta aeronave de un solo pasajero puede viajar a 1.488 km/h o 1,4 veces la velocidad del sonido y está diseñada para demostrar que los aviones supersónicos pueden ser silenciosos. Un diseño muy parecido al Concorde con una nariz más larga que se extiende en 11,5 metros, ideal para reducir la emisión de ruido delantero, mientras su cola 'T-Tail' anula parte de la fricción del boom posterior.
Este avión no está diseñado para un uso comercial, solo será la evidencia en carne propia que podría cambiar la caduca regulación y la forma en que nos transportamos en el futuro. En el espectro privado, algunas marcas prometen traer los primeros prototipos funcionales antes del 2030, a través de gigantes de la aviación que ya invirtieron millonarias sumas para sentarse en la primera fila de este nuevo nicho de mercado.
Cuando este sueño se cumpla, los límites territoriales de nuestro planeta, nuestras culturas y esperanzas se unirán cada vez más. Para los ecuatorianos esto se traduce en reducir drásticamente el tiempo de los destinos internacionales. Por ejemplo, un vuelo a Madrid, desde la capital, pasaría de 11 a 4 horas, a Berlín de 13 a 5 horas y a China de 16 a 7 horas.
El nuevo propósito de 2024 debería plantearse entorno a mejorar la fuerza de nuestro pasaporte, que es considerado uno de los más débiles del mundo. De esta forma, impediremos quedarnos fuera del mayor avance en movilidad de la historia de la humanidad: la revolución supersónica. (O)