“Qué hermosa es tu ciudad”, “qué limpia, segura y ordenada”, “me encanta, tengo que volver”, “quiero vivir en Cuenca”. Estos son algunos de los piropos que recibe Cuenca, mi ciudad, cada vez que algún colega, muchos amigos, varios emprendedores o algunos conocidos hablan de ella, ya sea porque fueron de visita en plan de turismo, por trabajo o por cualquier motivo. Los halagos no paran y tampoco las preguntas. “¿Por qué es tan bonita?”, “¿Por qué hay tantos extranjeros viviendo en Cuenca?”, “¿Por qué es tan barata?”. Basta ver las redes sociales para leer a quiteños, ambateños, guayaquileños y más compatriotas lanzando flores a la tierra del mote.
Uno, como cuencano, no puede estar más orgulloso. Inflo el pecho y empiezo a contestar los piropos y las preguntas. Cuenca es linda porque su gente la cuida, su gente se preocupa de mantenerla ordenada, de ser amable con los visitantes. También hay de los otros, de esos quejones que se lamentan de todo, pero la mayoría de cuencanos sabe que tiene una joya y la tratan como tal.
Sobre el tema de los extranjeros, en especial jubilados estadounidenses, solo puedo decir que van llegando por recomendaciones de otros extranjeros. Mi hermana, por ejemplo, tiene de vecino a un hippie jubilado, un arquitecto californiano que llegó hace cerca de diez años y simplemente se enamoró de la ciudad. Él ha tenido una vida intensa y ahora disfruta de su retiro acompañado de personas que lo tratan como a un cuencano más. Estos foráneos que ya empiezan a 'cantar' y disfrutan de 'unito para el frío' dan fe de la calidad de vida que ofrece Cuenca y lo publican en medios digitales que ellos han creado justamente para contar sobre su vida en la ciudad y para atraer a otros extranjeros.
Ni qué decir de los influencers que pasan por Santa Ana de los Ríos de Cuenca. Sus videos en distintas redes sociales generan decenas de miles de vistas y se convierten en sellos de calidad de una ciudad que este 12 de abril celebra 466 años de fundación. Sus reels, tiktoks y más posteos hablan muy bien de la ciudad, aunque también por allí hay alguna justa queja.
Sobre el tema de precios hay varias posiciones. Las cifras oficiales siempre la sitúan como una de las ciudades más caras del Ecuador, pero en defensa de mi ciudad debo decir que cada vez que la visito me sorprendo de lo barato que es comer en restaurantes o del precio de los arriendos, sin mencionar los costos de la educación privada (incomparable con los precios de Quito o Guayaquil) o del transporte.
En la administración de la ciudad hay que mencionar que los alcaldes de los últimos 30 años, por lo menos, han jugado un rol clave y han mantenido un norte, pese a varias polémicas. Ustedes podrán decir que el Tranvía fue un dolor de cabeza y es cierto, pero ahora es un nuevo atractivo de la capital azuaya a pesar de algunos temas que deben solucionarse. Podrán decir que antes era más segura, pero qué ciudad no lo era.
En este punto debo mencionar que quizás son los propios cuencanos, no todos, los principales opositores de la ciudad. Lo digo porque familiares y amigos critican a los alcaldes, se quejan de la congestión vehicular, se lamentan por la inseguridad o de otros temas. Sí, todo eso puede ser cierto, pero aun así las diferentes administraciones municipales han logrado mantener a Cuenca casi impecable. Y cuando aparecen los piropos y los halagos uno sabe que la ciudad está bien cuidada, que está funcionando.
Y uno de los principales méritos de Cuenca es su capacidad de resistir el abandono de las autoridades del gobierno central, incluidos muchos cuencanos que llegaron a altas esferas del poder político en Quito que poco hicieron por la ciudad. Mi abuelo Hugo Ordóñez decía siempre: 'al norte, el Ecuador', en referencia al olvido que vivía y vive nuestra ciudad; con una vialidad casi siempre en pésimas condiciones la conectividad con el centro y norte de la Sierra, así como con la Costa, siempre ha sido un problema, un desafío. Pero de todas maneras Cuenca ha salido adelante (resiliencia le dicen ahora) y se mantiene como una ciudad productiva, que no se detiene y que genera empleo, con empresas de primer nivel que aportan con calidad e innovación en el mercado nacional y bien conectada con destinos extranjeros.
Cuenca, entonces, es lo que es por su gente, por el amor que le tenemos y por el cariño con el que la cuidamos. Polo industrial, destino turístico, académica por naturaleza, patrimonio cultural de la humanidad y ejemplo para el país, Cuenca sigue brillando en medio el caos que vive el Ecuador. (O)