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Debemos comenzar con educación reproductiva y pasar por una revalorización de nuestras garantías para ser mujeres, madres, empresarias, líderes y todo lo que queramos, sin fronteras de ninguna índole.

23 Agosto de 2023 14.19

Me pregunté a mí misma qué puedo aprender en tres meses y mi cabeza se puso en blanco. ChatGPT me dio una lista con 10 opciones, desde aprender un idioma hasta mejorar mi acondicionamiento físico. Al final me recordó que necesito dedicación, consistencia y práctica para lograrlo en tan corto tiempo. 

Para muchos, en tres meses se pueden hacer grandes cosas, para nosotras, las mamás, no son nada. Recuerdo que fue un abrir y un cerrar de ojos. Apenas estaba aprendiendo a sacarle los gases, a establecer una rutina de sueño, a entender lo que pasaba con mi cuerpo… cuando me llegó un correo electrónico con la notificación de mi retorno al trabajo después de mi licencia de maternidad. Desde el día uno me pregunté quién iba a cuidar a mi hijo.

Los días y las semanas pasaron y sentía una sensación de culpa, pensé en dejar mi trabajo (que lo terminé haciendo) y solo pensaba en lo pequeño e indefenso que es para dejarlo en una guardería. Es una lucha interna entre continuar con tu carrera y ser una madre “ejemplar”. 

Son miles de mujeres en Ecuador que se encuentran en esta disyuntiva. Necesitamos trabajar, necesitamos dinero, necesitamos ser “buenas” madres, necesitamos ser “buenas” esposas, necesitamos estar en casa, necesitamos ser empresarias… ¿Quién puede con tanto? Tenemos 12 semanas para aprender, equivocarnos, intentarlo de nuevo y organizarnos. 

La Organización Internacional del Trabajo recomienda a los gobiernos que la licencia de maternidad remunerada dure 14 semanas como mínimo. En nuestro país tanto la licencia de maternidad como la lactancia eran, en conjunto, 12 meses. A partir del tercero debes reincorporarte a trabajar seis horas. Con la Ley Orgánica del Derecho al Cuidado Humano -que entró en vigor este año- son 18 meses en total, tres por maternidad remunerada y 15 meses por lactancia. Insisto, no hacemos nada.

Algunas deciden no volver, otras decidimos darnos la oportunidad de ser multifacéticas y “madres símbolos”. Si no le tuviera a mi mamá nada fuera posible porque, en mi caso, tuve que dejar mi trabajo porque estuve en una empresa en la que no entendían todos los cambios físicos, psicológicos, fisiológicos que vivimos. 

No pido que nos tengan lástima o pena, pero sí que respeten y nos den garantías para volver al campo laboral, sin discriminación, sin acoso y sin vulneración a nuestros derechos. 

Esta licencia de maternidad es un beneficio crucial para preservar la salud de las mujeres durante el puerperio y del recién nacido. Casi todos los países en el mundo cuentan con leyes que protegen la maternidad, pero solo el 43 % de 185 analizados por Statista, cumplen con las recomendaciones de la OIT. Esta es una situación que nos debería preocupar a todos porque cuando no existe un descanso posnatal suficiente o una adecuada protección del empleo, las mujeres trabajadoras pueden verse forzadas a abandonar la fuerza de trabajo o a sufrir un trato desigual asociado a su rol reproductivo. Además, la ausencia de ingresos durante esta etapa nos coloca en una situación de vulnerabilidad en nuestra vida, que nos lleva a depender económicamente de nuestra pareja o familia.

Rumania es uno de los países que garantiza la licencia de maternidad remunerada más larga, con más de 92 semanas, en las que las madres reciben un salario completo, según los datos de la OCDE de 2020. Estados Unidos se ubica en las antípodas, al no garantizar a nivel federal un tiempo establecido de descanso por maternidad ni una prestación monetaria después del nacimiento. Chile es uno de los países latinos que ofrece el mayor beneficio, con un total de 30 semanas remuneradas. Esto nos debe dar un indicador o una ruta a seguir. 

No quiero promover una utopía porque entiendo la situación de los empleadores en Ecuador, pero insisto en la creación de políticas que nos ayuden a llegar a un equilibro, que nos brinde la seguridad que necesitamos las mamás. Además, de tener un cambio de mentalidad para tener mayor conciencia al momento de procrear. Tampoco es cuestión de reproducirnos sin medida y pedir que el Estado nos solucione todo. Debemos comenzar con educación reproductiva y pasar por una revalorización de nuestras garantías para ser mujeres, madres, empresarias, líderes y todo lo que queramos, sin fronteras de ninguna índole.  (O)

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