Antes de escribir este artículo quisiera desenmascarar un poco mis propios tapujos. No soy, ni de cerca, como quisiera, consistente con mis valores. Admito que quisiera ser más coherente entre lo que creo y lo que hago, o como dicen los gringos: walk the talk. Y una de mis principales patas flojas es el ambientalismo. Pero vengo a reivindicar un poco mi espíritu, a través de estas simples palabras. Quisiera empezar diciendo que ya decidí mi voto, el próximo 20 de agosto voy a sufragar por el 'sí' para defender al Yasuní. Apelando al sentido común, quisiera aprovechar esta ocasión para desarticular algunos de los principales mitos 'lógicos' a favor de su explotación:
1. Si no explotamos, la economía va a estar peor que antes.
La idea de que todos nuestros problemas se arreglarían mágicamente sacando, “hasta la última gota”, de las reservas petroleras existentes es absurdo. El petróleo, a lo largo de nuestra historia, se ha manifestado más como una maldición que como una bendición dentro de nuestra región. Si te interesa profundizar más sobre este tema, te dejo información aquí. Pero, a modo de contexto es importante explicar que, con cifras del Banco Central y el Banco Mundial, el Estado ecuatoriano ha percibido alrededor de US$ 230.000 millones en ingresos petroleros entre 1972 y 2020. Y, lamentablemente, no es noticia que dichos recursos no han cambiado el destino de las personas más vulnerables de nuestro país, especialmente de aquellas cuya vida se ve afectada directamente por su explotación (más en el punto tres).
Este punto trae a colación que por primera vez hablemos, como país, sobre un Ecuador post-petróleo. El mundo se está alejando, a pasos agigantados, de los combustibles fósiles. Pero, nosotros seguimos ignorando the elephant in the room que se hace cada día más grande. Somos como aquellos nietos que se gastan las últimas joyas de la herencia de la abuelita sin un verdadero plan post-herencia. ¿Cuál es el plan de los candidatos presidenciales? ¿Cómo ven al Ecuador en los próximos años? Hasta ahora ninguno piensa tan lejos, están y estamos fijados en la mirada de corto plazo. Pero, ¡hay alternativas! Tenemos espacio de maniobra: los impuestos; las reformas educativas aplicadas a la tecnología actual; un sistema de salud público preventivo que no espere a que llegue todo a través de emergencias; o un estado que hable sobre la regularización del muy activo mercado de drogas. En fin, necesitamos un gobierno creativo, flexible y honesto que no viva apagando incendios en Twitter o ahora en Threads.
2. El Estado peruano podría aprovecharse de ese petróleo.
Con respecto al marco legal:
Los artículos 1 y 408 de la Constitución de la República del Ecuador establecen que los recursos naturales son propiedad inalienable del Estado y del gobierno de Ecuador.
Esto quiere decir que un acto de usurpación por un país extranjero se convertiría en una grave invasión soberana y posible causal de guerra. Eso no está en los mejores intereses de nadie. En la vida real no hay señores Burns que succionen los pozos petroleros de los vecinos por debajo de nuestras narices de forma impune.
3. Los habitantes del sector se benefician.
Antes de topar este tema, es necesario explicar qué es el Presupuesto General del Estado (PGE) para Dummies. En pocas, los recursos que recibe el Estado se dividen en dos ingresos: permanentes (impuestos) y no permanentes (petróleo y minas). Los permanentes básicamente pagan los sueldos del sector público que se van en tres grandes sectores: salud (doctores), educación (profesores) y seguridad (policias y militares). Por otro lado, los recursos no permanentes son los encargados de la inversión (carreteras, hospitales, escuelas). ¿Entonces esto en un problema de dinero verdad? No necesariamente. Por ejemplo, en los primeros tres meses del 2023 se invirtieron US$ 90 millones en obra pública (ingresos no permanentes), cifra que equivale a solo el 5,71 % del total presupuestado para todo el año. Entonces, esto no es un problema de dinero, es un problema de a quién se destinan estos recursos. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos, más de la mitad de las personas que viven en la región amazónica ecuatoriana, de donde proviene la gran mayoría del petróleo del país, son pobres, especialmente en las provincias de Sucumbíos, Orellana y Morona Santiago, hogar de los tagaeri y taromenane, los últimos grupos indígenas en vivir en aislamiento en Ecuador.
Además, esta zona es un santuario de biodiversidad y es considerada reserva de la biosfera por la UNESCO. Tan solo en una parcela de 25 hectáreas, los científicos han documentado unas 1000 especies de árboles nativos, más o menos la misma cantidad que existe en todo EE.UU. Según información oficial cuenta con 204 especies de mamíferos, 610 especies de aves, 121 especies de reptiles, 150 especies de anfibios y 250 especies de peces. En un artículo de The New York Times se descubrió que: “los científicos, autores de los estudios financiados por empresas petroleras, expresaron una profunda preocupación sobre los nuevos proyectos de extracción en el Bloque 43”. Toda esta data, sin considerar la gran pérdida que nos arrebata la corrupción, me convence que preservar lo poco que nos queda es el único camino a tomar.
Y para no alargarme más, cuando me toque ir al recinto electoral y esté frente a la papeleta con la pregunta:
¿Está usted de acuerdo en que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente en el subsuelo?
Mi respuesta va a ser: ¡Sí!
(O)