La comprensión lectora se define como la representación mental de la información de un texto, es un fenómeno que se produce de manera privada, es decir, conocemos nuestra comprensión, pero no la de los demás. Es gradual pudiendo ser superficial, intermedia o profunda, incluye que el lector pueda formar distintas representaciones del mismo texto e interactúe entre lo que le brinda el texto y lo que conoce.
Podemos así, concluir que, la comprensión lectora no es un fenómeno de todo o nada, sino una competencia compleja y gradual. Que está vinculada con otros procesos como la comprensión del lenguaje oral y la descodificación, que hace referencia a la forma de corresponderse los sonidos con las letras, en la recuperación de las palabras escritas, en otras palabras, la forma en la que convertimos palabras escritas en sonidos. Por todo esto y más, podemos decir, que no es un fenómeno simple sobre el que se puede intervenir con una técnica de mejora.
También es necesario señalar que, la comprensión lectora es el objetivo de la acción de leer (Ripoll, 2021) por tanto, de aprender.
Frente a todo lo expuesto, cabe señalar que los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo, ERCE 2019, dados a conocer por la UNESCO, mostraron que Ecuador obtiene mejores resultados que la región en Matemáticas y Ciencias, pero que en Lectura sus resultados no evidencian avances, desde 2013 (UNESCO, 2019).
En este estudio participaron 13 434 niños de educación general básica. El puntaje que obtuvo Ecuador fue de 684 sobre 1000 en séptimo de básica, calificación que está por debajo de la media regional que es de 699. Esta evaluación, incluye ejercicios en los que el lector debe localizar información y relacionarla, además, de realizar inferencias, es decir, procesos mentales que le deben llevar al lector a concluir, predecir y sacar conclusiones a partir de la información presentada.
Frente a esta realidad valdría la pena, primeramente, indagar de ser posible de manera empírica qué está sucediendo y qué prácticas se están llevando a cabo en las aulas para el fomento de la competencia lectora. Conocer qué métodos de enseñanza de la lectura se están empleando y qué herramientas de comprensión se utilizan, y así, saber qué funciona y qué no, todo esto podría darnos pistas sobre la razón de estos resultados.
Segundo, sería oportuno conocer, ¿qué necesitamos para mejorar la comprensión lectora? ¿qué hacemos si existen problemas? Y una vez realizado el diagnóstico proponer soluciones a través de formación continua a docentes, y profesionales de la educación que de manera directa o no, son quienes influyen en el aprendizaje lector.
Un precepto que deberíamos mantener siempre presente es que, debemos actuar, si los resultados nos muestran que no hemos avanzado, lo ideal es poner en marcha un plan de intervención que permita más que “puntuar mejor” en pruebas regionales, el garantizar la comprensión y el aprendizaje de los niños.
Desde el punto de vista práctico y basando la respuesta en el Modelo Simple de Lectura, que es una guía para la intervención, los pasos que se podrían incluir serían los siguientes:
- Preguntarnos si la causa es la característica del texto o, la falta de interés que los alumnos tienen en los mismos, es decir, si los textos son pertinentes para el nivel académico de los niños.
- Si la causa no está en lo anterior, conviene valorar si existen carencias en la descodificación y la comprensión del lenguaje, es decir, en la precisión y en la fluidez del lector, este punto hace referencia a conocer si los lectores leen de manera correcta, sin confundir, sustituir los sonidos y también, saber qué tan rápido o lento están leyendo.
De cualquier manera, partiendo desde estas ideas u otras, lo importante sería no cruzarnos de brazos y así, impedir que la brecha y el déficit en la comprensión lectora de nuestros niños se siga incrementando. (O)