La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático COP29, celebrada este mes de noviembre en Baku (Azerbaiyán), fue el espacio ideal para que durante once días los representantes de los países signatarios debatan sobre aspectos que mayor impacto tienen sobre el cambio climático y las acciones para limitar el incremento de la temperatura por debajo de los 1,5 °C. Dichas acciones involucran a gobiernos y empresas, especialmente de aquellos países considerados emergentes - incluye a Ecuador- que están más expuestos a los riesgos que se generan por efecto del cambio climático y sobre los cuales debe haber un financiamiento, apoyo tecnológico y traspaso de conocimiento para incrementar el desarrollo económico de esas naciones son perder la sostenibilidad como un eje transversal.
Entonces, ¿qué debemos esperar de esta cita mundial?
Si bien hubo varios acuerdos entre los estados signatarios, el principal radica en un nuevo financiamiento para ayudar a los países en vías de desarrollo, proteger a su población y sus economías contra los desastres climáticos, así como el compartir los beneficios del auge de energías limpias. Acceder a ese financiamiento es clave para que los gobiernos de países emergentes como el nuestro incentiven a las empresas a invertir en infraestructura más sostenible y en innovación tecnológica garantizando así una mayor producción a menores costos, más sostenible y con más oportunidades de encontrar otros mercados.
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En este proceso hay dos retos por cumplir. El primero viene de los aportantes quienes deben facilitar que los fondos aprobados que ascienden a 300.000 millones de dólares anuales se destinen de manera rápida, correctamente y con mayor alcance a los países más necesitados. Y, el segundo reto es para que los países como Ecuador diseñen y consoliden una estrategia que permita captar esos fondos para atender la realidad ambiental que vivimos, con la mayor cantidad de recursos posibles.
Otro aspecto importante de este encuentro y que Ecuador debe aprovechar, es la posibilidad de participar del mercado de carbono lo que permitirá comprar o vender créditos de carbono (valor monetario que se asigna a diversas acciones que contribuyen con reducir, eliminar o evitar la emisión de GEI), lo que implica que empresas con proyectos que contribuyan a la disminución de emisiones se beneficien económicamente gracias a la transacción de estos bonos. Esta es una ventana muy interesante que se abre en nuestro país, principalmente para proyectos agroforestales, de restauración de bosques que capturan emisiones y de energía renovables que faciliten la transición energética. Para el resto de las industrias el reto será transformarse y encontrar los caminos hacia una producción más limpia y sostenible con proyectos de eficiencia energética que promuevan el uso de menos energía en sus operaciones.
Si vemos esto en perspectiva, en el 2023 Ecuador generó un volumen de gases de efecto invernadero (GEI) del 0,08% del total de emisiones mundiales, mientras que, China, EEUU y la India, combinadas, representaron más del 50% del total de emisiones globales. Este año en distintas partes del mundo se han vivido estragos que, si bien aún son pequeños, en poco tiempo podrían llegar a ser catástrofes ambientales. En una gran parte de los países de América del Sur y puntualmente en Ecuador estamos pasando por una fuerte sequía que ha puesto en jaque a nuestra industria, negocios y forma de vida, sin siquiera sobrepasar las temperaturas globales sugeridas por los científicos. De ahí que es imperativo que todos los estados y la humanidad tomen conciencia y, sobre todo, quienes más contribuyen al cambio climático, aporten decididamente a solucionar las causas y apoyar a naciones emergentes a contrarrestar los efectos de esta futura crisis mundial.
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En definitiva, y en concordancia con el espíritu del Ecuador en proteger la naturaleza, es necesario que, como país, sin divisiones, sin intereses políticos o empresariales, definamos una política encaminada a liderar dentro de nuestras capacidades las soluciones y contribuciones que faciliten el cumplimiento de metas globales sobre cambio climático. Y, que las empresas se adapten a los desafíos, buscando oportunidades para desarrollar y potencializar sus operaciones de manera sostenible e inclusiva, priorizando a las personas como centro de todas las decisiones tanto en lo referente a los impactos ambientales como los impactos en esta transición hacia modelos más eficientes. (O)