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Columnistas
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Como propósito de este nuevo año considero que, como humanidad, es tiempo de realizar el mayor avance de la historia de nuestra especie: la independencia total de nuestra alimentación. Los avances tecnológicos han hecho viable nuestra emancipación de la más primaria de las necesidades de supervivencia.

2 Enero de 2023 08.22

Últimamente mis artículos se han enfocado en los problemas que la tecnología podría traer en el futuro, principalmente si no se regula correctamente. Sin embargo, los avances futuristas también abren la puerta a oportunidades únicas e irrepetibles en la historia, específicamente en el área de la agricultura. 

Desde el inicio de los tiempos nuestros antepasados se despertaban, día a día, para buscar su alimento (en las sociedades nómadas), pero cuando empezaron los primeros asentamientos, las cosechas dominaron nuestra base alimenticia. Esto generó el primer problema, debido a que los campos tenían que ser administrados por mano de obra humana. Es así que la gran mayoría de la población se dedicó a labrar la tierra, mientras pocos privilegiados tuvieron la oportunidad de hacer otras funciones. 

No obstante, entramos en una nueva era, una en la que los drones pueden sembrar milimétricamente las semillas de nuestros campos; donde un tractor autómata y con Inteligencia Artificial puede nutrir, regar y destruir las plagas de cada una de las plantas de un policultivo (todas a la vez y al mismo tiempo); y en la que un robot puede ser programado para cosechar, mientras otro puede aprender a embalar y subir el producto a los diferentes medios de transporte para su distribución. 

Solo en 2021, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 828 millones de personas padecieron hambre, mientras otras regiones desecharon millones de toneladas de alimentos. Con esta completa deshumanización de la cadena de producción más importante, creo que es hora de que, como especie, entreguemos comida de forma gratuita a los 8.000 millones de habitantes de nuestro planeta. Para lograr este objetivo se necesitará el apoyo del sector público y privado:

Primero: al igual que los algoritmos definen nuestros gustos musicales y visuales, también tendremos que crear uno que se alimente de información sobre nuestro sentido del gusto. De esta forma conseguiremos generar dietas personalizadas para cada comensal, de acuerdo a un estudio nutricional manejado por Inteligencia Artificial. 

Segundo: desde el Estado se deberá poner a disposición la totalidad de las áreas de tierra fértil a un organismo mundial (cediendo soberanía) para aprovechar los superávits de algunos países y nivelar el déficit de otros. A cambio se garantizará el desayuno, almuerzo y cena de todos, con productos variados y en buen estado.

Tercero: la logística de la distribución se podrá generar a domicilio a través de drones, pero hasta que no exista la disponibilidad tecnológica, esta tarea deberá seguir siendo de los humanos, temporalmente. 

Cuarto: para asegurar la correcta diversidad de semillas autóctonas de cada región, el organismo mundial deberá construir un banco global con todas las variedades de frutas y verduras. Ya existen ejemplos de virus que atacan ciertas sepas, como el caso de la variedad de plátano 'Gros Michel' que desapareció en 1965 debido a la enfermedad de Panamá. No podemos depender de una sola variedad. 

Quinto: a medida que la población crece, también lo deberán hacer nuestros suelos de cultivo. Para que este proyecto no falle se buscará proactivamente nuevos espacios “no fértiles” a través del uso de Inteligencia Artificial aplicada a los satélites, esto nos permitirá tener un mapeo completo de la disponibilidad que tenemos. En el caso del Perú existen ejemplos en los que se han recuperado desiertos completos gracias al riego por goteo, ¡es tiempo de recuperar nuestras tierras! 

Sexto: debido al calentamiento global, la organización internacional tendrá que prepararse para buscar soluciones para este problema. Ya existen casos como el de Colombia donde los cafeteros tienen que sembrar cada vez más alto sus cultivos de café debido al aumento de la temperatura. Además, los algoritmos podrán ser utilizados para administrar las viviendas, tanto en los edificios como en los suburbios, y aprovechar de esta manera la energía solar y la lluvia en la creación de hogares autosustentables, que permitan reducir la demanda de cultivos tradicionales. 

Séptimo: la biotecnología tendrá que buscar alternativas más amigables con el medioambiente para los animales que más daño le hacen. Como es el caso de las vacas que liberan 100 millones de toneladas de Metano cada año (equivalente a 2.500 millones de toneladas de CO2). Podríamos encontrar alternativas más seguras de obtener proteína con el uso de insectos para consumo masivo. 

Octavo: se necesita buscar la forma en la que los países tradicionalmente exportadores de materias primas y alimentos, no tengan un impacto económico tan fuerte. Se necesitará llenar el vacío que deje el Producto Interno Bruto agrícola. Pero no nos tenemos que mentir, algún día teníamos que dejar de exportar banano y comprar computadoras, ¡no es sostenible!

Si logramos este objetivo, la raza humana podrá romper, por primera vez, el ciclo de la supervivencia diaria. Este hito significaría para muchos el inicio de la verdadera libertad y el fin de una angustia que ha perseguido a los seres humanos desde tiempos inmemoriales. En un mundo en el que pensamos en poblar Marte, no somos capaces de unirnos para ayudar a los más necesitados de la Tierra. (O)

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