El chocolate combina bien con todo (bueno, casi todo), inclusive con rock n´ roll.
Van Halen fue un icónico grupo de hard rock que tuvo mucha popularidad, particularmente, en la década de los 80´s y 90´s del siglo pasado. Este importante grupo se caracterizó por sus éxitos musicales y, como era común en esa época con artistas de su fama, realizaban giras de múltiples conciertos por diversas ciudades de Estados Unidos y del mundo.
Como siempre iban justos de tiempo entre concierto y concierto, y no podían encargarse de todos los pormenores relacionados con el montaje del show, Van Halen, con el fin de cuidar cada detalle, firmaba un contrato tremendamente minucioso y exigente con cada empresario para que ellos se encarguen de que la gran mayoría de cosas estén listas antes del espectáculo. Este contrato incluía una larga lista de requerimientos sobre voltaje, escenario, luces, equipos y muchísimos temas más que eran esenciales para la puesta en escena de su show.
Era tal la envergadura de sus presentaciones que el equipo de la banda, luego del armado inicial hecho por el organizador del evento, llegaban con sus nueve camiones con sus conteiner repletos de equipos y completaban lo poco que faltaba. Entre todas esas cláusulas del contrato, en mitad de la nada, incluían el famoso artículo 126. Este artículo decía lo siguiente: No habrá ningún M&M'´s café en la zona del backstage, bajo pena de cancelación del concierto y pago total a Van Halen. Pero la cosa no quedaba ahí. En otra parte del contrato, en la lista de los requerimientos para el backstage, de nuevo, exigían que hubiera un tazón con M&M´s, y ordenaban expresamente (en mayúsculas y subrayado) que no debía haber ninguno de color café.
Aunque al principio podría parecer una extravagancia de un grupo de rock, esta supuesta excentricidad tenía una razón de ser. Era tal la magnitud del montaje de cada espectáculo que sus escenarios no eran comunes, eran más pesados de lo normal, y los equipos de luz, amplificación y sonido era tremendamente potentes. Como el grupo no tenía tiempo de comprobar todo el montaje por el corto tiempo que tenían entre conciertos, lo primero que hacían al llegar al lugar del concierto era revisar el tazón con M&M´s. Si encontraban alguno de color café, sabían que el organizador no había leído el contrato con atención. Por precaución, ordenaban revisar a profundidad todo el montaje porque lo más probable es que hubieran incumplido muchas otras cláusulas del contrato y podía haber fallos en la estructura para soportar el enorme peso, la instalación eléctrica se podría incendiar por la potencia de la luz o algo podría explotar como consecuencia de los equipos que usaban para su espectáculo. En definitiva, el concierto podía tener problemas y no se podía garantizar la seguridad del grupo, los trabajadores y el público.
De hecho, el sistema efectivamente funcionó. En una ciudad del Estado de Colorado, en Estados Unidos, encontraron chocolates cafés en el backstage y sucedió lo previsible. El escenario acabó destrozando el suelo de la pista de basketball donde había sido montado (se hundió 17 cm). David Lee Roth, vocalista de la banda, se dio el lujo de destrozar el camerino de la rabia que tenía (y, al parecer, de puro gusto) al descubrir los M&M´s cafés. Parecía un berrinche de una estrella de rock, pero había un motivo mucho más profundo en todo esto. El empresario pagó a Van Halen por la presentación y, además, la reparación de la cancha donde habían montado el escenario y los daños provocados en el camerino.
El artículo 126 resultó ser una genialidad. Aunque se camuflaba en el enorme contenido de un contrato y parecía una excéntrica exigencia de un grupo de rock, en realidad era un mecanismo muy inteligente para controlar la calidad del montaje y poder confirmar que el contratista había leído y seguido todas las instrucciones del mismo.
Desde entonces, se llama Van Halen a una cláusula sin sentido que se incluye en los contratos para confirmar que se lee a cabalidad. Con algo de astucia, ingenio y creatividad, podemos usar el derecho y las normas contractuales para hacer un control de calidad e, inclusive, poder saber si las condiciones contractuales fueron leídas y aplicadas adecuadamente. La creatividad no tiene límites. En materia contractual, la autonomía de la voluntad y un poco de astucia pueden lograr cosas asombrosas (no por nada existen los abogados). (O)