En la contemporaneidad digital los motores de búsqueda han adquirido un rol ineludible al facilitar el acceso a información, productos y servicios. Al amparo del acelerado progreso de la inteligencia artificial, estos motores han experimentado una evolución significativa que los ha llevado a la presentación de resultados sumamente personalizados y relevantes. Gigantes tecnológicos como Google, Open AI y Microsoft han liderado la revolución de la IA generativa durante los últimos años. A pesar de ello, conforme nos sumergimos en el ámbito de la inteligencia artificial, se torna cada vez más difícil depositar una confianza inquebrantable en dichos algoritmos pues no siempre representan la decisión más confiable.
En este contexto, las palabras de Juan Merodio, conferencista y asesor en marketing digital cobran una relevancia creciente. Él augura un inminente cambio sísmico en la manera en que llevamos a cabo nuestras búsquedas, generamos ventas de alta calidad y propiciamos la creación de ingresos.
Por un lado, Microsoft persigue la dominación del mercado con su nuevo buscador impulsado por IA. Su objetivo es ofrecer una experiencia integral que abarque búsqueda, navegación y conversación, todo ello en términos de funcionalidad. El renovado motor de búsqueda de Bing se ha comprometido a ofrecer resultados superiores en términos de diseño y eficiencia. Este proceso de integración ha estado en curso durante varios años, y el desarrollo global de Open AI ha proporcionado una oportunidad excepcional para ajustarse de manera reactiva a los cambios en el mundo.
Según altos ejecutivos de Microsoft y Open AI, como Satya Nadella y Sam Altman, la nueva función de su buscador es convertirse en un chat interactivo que tiene la finalidad de "generar resultados para búsquedas complejas", abarcando desde la planificación de itinerarios de viaje hasta, en ciertas ocasiones, la toma de decisiones personales. Esta innovadora dinámica se centra en proporcionar respuestas y sostener diálogos con el usuario, a la vez que brinda la capacidad de ayudar al usuario a crear "indicaciones" más efectivas, es decir, a formular preguntas de manera óptima para alcanzar el resultado deseado.
En cuanto a Google, el indiscutible líder global en el ámbito tecnológico, también se encuentra actualmente en proceso de lanzar un competidor al mercado: un motor de búsqueda llamado Bard. Esta plataforma se presenta como una herramienta conversacional que permite interactuar a través de mensajes convencionales. Esta inteligencia artificial, desarrollada por la prominente compañía en el campo de las búsquedas en línea, se fundamenta en LaMDA, un modelo de lenguaje innovador de considerable capacidad, elaborado especialmente para su implementación en contextos de conversación. Un rasgo significativo de Bard radica en su constante conexión a Internet, a diferencia de sistemas de chatbot como ChatGPT, los cuales carecen de esta característica y, en consecuencia, no son adecuados para obtener información actualizada. Incluso algunos científicos afirman que, con este rasgo, Bard podría brindar no solo información actualizada sino también información certera y sin marco de error.
Si bien el propósito de las grandes compañías tecnológicas implementando estos nuevos motores de búsqueda es brindar eficiencia y mejor adaptabilidad al usuario conforme a sus necesidades. El problema que más preocupa a la comunidad científica es la fiabilidad de lo que ofrecen las IA. Citando las palabras de Melissa Heikkilä en su artículo "Why You Shouldn't Trust AI Search Engines", este tipo de tecnología aún no se encuentra preparada para ser utilizada a gran escala donde los usuarios aún no ha desarrollado habilidades de críticas que le permitan filtrar la información que generan estos sistemas.
En otras palabras, si bien la inteligencia artificial ha transformado nuestra experiencia de búsqueda en Internet al proporcionar respuestas en forma de conversación a nuestras preguntas, en contraste con la práctica actual de simplemente mostrar listas de enlaces. Los chatbots son excelentes al predecir la siguiente palabra de una frase. Sin embargo, no saben lo que la frase significa en realidad. Es precisamente esta limitación la que hace sumamente riesgosa su integración con las búsquedas, dado que en este contexto es de vital importancia poseer un conocimiento preciso de los hechos.
Según Aleksandra Urman, científica social computacional de la Universidad de Zúrich en Suiza, “las personas tienden a depositar una confianza intrínseca en las respuestas proporcionadas por un chatbot que participa en una conversación, en comparación con las respuestas de un motor de búsqueda independiente” Pero este sentido tan ciego de confianza se vuelve problemático dado que los chatbots de IA asumen y cometen errores. Bard de Google falló una pregunta sobre el Telescopio Espacial James Webb en su propia demostración técnica, y con confianza respondió incorrectamente. Por su parte ChatGPT tiende a crear respuestas ficticias a preguntas para las que no sabe la respuesta, de igual manera, al momento de brindar fuentes bibliográficas hace exactamente lo mismo. Estos aspectos resaltan la necesidad de un proceso de prueba riguroso para que los nuevos servicios tanto de Google como de Microsoft o de cualquier compañía tecnológica, cumplan con parámetros de transparencia y ética.
Melissa Heikkilä, añade que hay un juego aún más grande más allá de la búsqueda impulsada por IA. La búsqueda es sólo una de las áreas en las que los dos gigantes tecnológicos están luchando entre sí. También compiten en servicios de computación en la nube, software de productividad y software empresarial. La IA conversacional se convierte en una forma de demostrar que la tecnología de punta que se traduce en estas otras áreas de negocio.
Aun así, nadie niega que la implementación de la inteligencia artificial en motores de búsqueda promete brindar una experiencia de búsqueda altamente personalizada y eficiente para los usuarios. Además de facilitar la automatización inteligente de tareas repetitivas como agilizar la indexación y clasificación de contenido web, acelerar la disponibilidad de nueva información, entre muchas otras. (O)