El 24 de enero, según la UNESCO se celebra el Día Mundial de la Educación. ¿Qué significa celebrar a la educación? De acuerdo con esta organización sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos. La semana pasada en Ecuador se dieron una serie de hechos históricos en defensa de la educación.
El día 22 de enero en la reunión oficial del Comité de Gestión, Riesgos y Emergencia COE en el Ecuador se dio la oportunidad a la sociedad civil a presentar una carta con argumentos sólidos, cifras, estadísticas que respaldan los daños colaterales del cierre de las escuelas. Esta oportunidad de presentar la opinión pública es la demostración más grande de democracia en nuestro país. El que una persona con ánimo de informar, y exhortar medidas de cambio a autoridades competentes, pueda no sólo alzar su voz libremente en medios y redes sociales sino tener audiencia en un espacio oficial, es el ejemplo de la democracia en el Ecuador, agradezco a todos los habilitadores por eso.
El hecho que hoy podemos celebrar el Día Mundial de la Educación con un porcentaje de los niños/as ecuatorianos en el aula, representa un avance extraordinario para la niñez. Hoy menos niños están expuestos a violencia intrafamiliar en casa, hoy se cierra un poco la brecha de desigualdad cuando no se priorice a los niños varones conectarse frente a las niñas, hoy menos niños/as no tendrán que sentir ansiedad de encierro, hoy menos niños/as estarán viviendo condiciones negligentes de abandono.
Cada día que las escuelas permanecen abiertas, mejoramos indicadores educativos que nos permiten una prosperidad económica. Para el World Economic Forum (WEF) la educación es la base del crecimiento económico a largo plazo, es lo que es considerado uno de los pilares fundamentales para evaluar la competitividad de un país. El retroceso económico como consecuencia del cierre de las escuelas no ha sido tan visible como los daños del turismo, comercio u otros sectores. Sin embargo, indicadores de desigualdad, trabajo, tasas de graduación podrían potencialmente traer consecuencias a largo plazo incluso peores para nuestro desarrollo como país.
El cierre de las escuelas no perjudica solamente a los niños, perjudica en segundo plano a la mujer. En 3 de cada 4 hogares con niños/as menores de 5 años, el cuidado recae sobre las madres (UNICEF/PUCE, 2021). El cierre de las instituciones educativas provocó que muchas madres deban abandonar sus trabajos principalmente informales por cuidar de sus hijos. En septiembre, del 2021 el 8% de los 3,3 millones de mujeres que son parte de la población económicamente activa (PEA) de Ecuador estaban en el desempleo. Eso significa un incremento de dos puntos porcentuales frente al mismo mes de 2019 (INEC, 2021).
Otras madres para las que no había más opción que el retorno a sus trabajos, se vieron obligadas a dejar a sus hijos menores solos o a cuidado de personas inapropiadas. Estos miles de niños en condición de pobreza no sólo estaban expuestos al COVID-19 en las calles sino a numerosos peligros como la delincuencia, el abuso, exposición a sustancias, peligros en el hogar, entre otros. El volver a las escuelas para los niños representa una protección adicional ante estos peligros.
Aunque hoy festejamos que la campaña #Liberenalosniños fue exitosa y logró alcanzar que miles de niños retornen a las aulas, todavía queda mucho por recorrer. Existen todavía países latinoamericanos, cantones en Ecuador, escuelas y poblaciones que no están preparadas o convencidas del retorno. Hay que visibilizar con información, cifras y datos que la escuela es un lugar seguro para que autoridades y padres puedan priorizar la educación. Este retorno significa una extra-responsabilidad para los adultos, para que los niños estén seguros, la sociedad debe seguir rigurosamente las medidas de bioseguridad y así asegurar que no seamos los adultos los que contagiemos y equivocadamente culpen a las escuelas como foco de contagio. En un día como hoy celebramos el derecho a la educación, pero no deja de sentirse como un privilegio. (O)
Celebrando el Día Mundial de la Educación como un privilegio, cuando debería ser un derecho