Querido niño Jesús:
Este año ha sido duro, ni bien empezábamos enero la delincuencia mostró todo su poder, todos tuvimos miedo, las noticias sobre la inseguridad y la violencia en las calles casi que nos paralizaron. Por eso, para empezar el 2025 te pido que nos ayudes a crear oportunidades para todos, que quienes pueden crear esas oportunidades así lo hagan, que quienes más tienen más ayuden. Te pido que la educación no sea un privilegio, que las risas y la bulla de los recreos se multipliquen. No hay sonido más lindo que el de los recreos, cuando niñas y niños corretean, gritan, saltan, aprenden y viven.
También te pido que en las mismas escuelas se enseñe educación financiera. Sí, niño Jesús, tal como lo lees. Aprender sobre consumo y ahorro, sobre inversiones y finanzas, sería un regalo soñado. Recuerda niño dios que uno de cada cuatro suicidios está relacionado con el estrés financiero, recuerda que es muy fácil gastar, pero qué complicado es tener la voluntad para ahorrar. Unas clases permanentes sobre educación financiera serían el regalo ideal para este país, que para ser honesto no se porta muy bien en este tema.
Y ya que estamos hablando de educación, también te pido que nos regales conciencia ambiental. Ya vimos la cantidad de incendios y las miles de hectáreas incineradas este año, con un impacto horroroso en la flora y fauna de todo el país. También hemos visto cómo montañas, ríos y nuestro mar se convierten en basureros donde terminan escombros, empaques plásticos y residuos de todo tipo. Regálanos el sentido común necesario para reciclar, evitar comprar cosas que no necesitamos y, sobre todo, para ser responsables con nuestro planeta.
A algunos se les ocurriría incluir en esta carta generadores eléctricos como regalo, pero sería algo egoísta y útil solo en el corto plazo. Lo mejor sería que nos enseñes a ser precavidos e inteligentes en la administración de los recursos naturales. Ya hemos sufrido bastante por la falta de lluvia y los consiguientes apagones. Es el cambio climático, pero también son los ciclos de la naturaleza y basta leer un poco al respecto para entender que nuestro planeta sufre y se comporta así con los efectos que todos conocemos.
Otra vez queda claro que la educación es el regalo ideal y por eso añado a mis deseos una buena dosis de sensatez en temas de energías. Regálanos el don de la curiosidad y la duda, tráenos a todos los ecuatorianos las ganas de aprender todos los días.
Y para terminar, por favor déjanos en el árbol de Navidad o donde tú quieras una caja grande, bien grande, de diálogo, de empatía, de aprender a escuchar a los demás, de tolerancia y de respeto. Con esos regalos, creo, podemos empezar el 2025 mejor de lo que estamos terminando el 2024. (O)