Desde la semana anterior se presenta en Quito, en el hermoso Teatro Sucre, la obra musical “Cabaret”, basada en el libreto de Joe Masteroff, música de John Kander y letras de Fred Ebb, basados en la novela 'Goodbe to Berlin' de Christopher Isherwood, que ha sido llevada a los principales escenarios teatrales del mundo, como Broadway, Londres, México, Argentina, España, con un éxito que ha asegurado décadas de presencia multitudinaria de espectadores en esos espacios culturales.
La empresa In Crescendo Producciones es la responsable de esta obra que la capital hoy tiene oportunidad de disfrutar. Tanto el montaje del musical como la escenografía, actuación y en especial las voces de los actores, transportan al espectador a cualquiera de esos escenarios de la calle 42 de Nueva York o del palace Theatre del West End de Londres, pero en este caso enclavados en la Plaza del Teatro, en pleno centro colonial de Quito.
Son escasas las oportunidades que tenemos los ecuatorianos de disfrutar de espectáculos culturales de esta magnitud. El teatro en nuestro país, en especial en Quito, Guayaquil y Manta, hace esfuerzos enormes por mantener en cartelera obras de primera calidad. La música es otro de los ámbitos de la cultura que nos entregan una oferta más o menos constante de conciertos y espectáculos dignos de cualquier ciudad del mundo y, en este caso, Cabaret, la enorme obra musical, reúne lo mejor de estos géneros para el goce y disfrute de los habitantes de Quito.
Cabaret es una obra ambientada en los primeros años de surguimiento del nacional socialismo, año 1929. La ciudad en la que se desarrolla la historia es Berlín, la convulsionada y delirante urbe que ha visto con estupor el ascenso de Hitler en el campo político, que terminaría con su nombramiento como Canciller en 1933. Allí, en un barrio destacado por la presencia del Kit Kat Klub, un afamado local de diversión nocturna, se centrará la historia de un joven escritor inglés que ha decidido mudarse a Berlín para escribir su gran novela. En el Kit Kat Klub conocerá a Sally Bowles, una de las mujeres más apetecidas por los visitantes del cabaret: bailarina, cantante, prostituta, Sally es una de las protagonistas principales de la obra.
El conflicto social y personal de las prostitutas que sueñan con ser actrices o cantantes, pero que deben acostarse con sus clientes para sobrevivir, flotan siempre en el ambiente de Cabaret, pero no es esa la trama principal de la obra, pues, de foma paralela, lo que está sucediendo en el exterior, afuera de las luces de colores, brillos, seducción y fanfarria del Kit Kat Klub, sacudirá muy pronto no solo a Alemania sino al mundo entero.
Herr Schultz, un personaje judío, viudo, dueño de una frutería, encarnado en esta obra del Teatro Sucre por Diego Cazar, periodista además de gran actor y cantante, representa la ingenuidad de los judíos alemanes que jamás imaginaron en esos años anteriores a 1933, que iban a perder su nacionalidad y serían considerados unos parias pocos años después. Esa incredulidad que se muestra en Cabaret, resulta tan sorpresiva y determinante como lo que surgirá de pronto al final del primer acto, que heló la sangre de todos los que acudimos al Sucre en la premier de Cabaret, algo que no leerá usted en estas páginas, pues se lo dejaré para su visita a las presentaciones de esta semana del 17, 18 y 19 de mayo en la Plaza del Teatro.
A manera de posdata me referiré a otro personaje entrañable de la obra, Emcee, el animador del Kit Kat Klub y eje indiscutible del musical. Es justamente Emcee quien invita a los asistentes al espectáculo a dejar sus problemas afuera del teatro y a sumergirse en la obra durante dos horas. En esas dos horas, como por arte de magia, que eso es en definitiva el teatro, se olvidarán de todo este ambiente opresivo que nos envuelve y se trasladarán a Berlín, a los años de la depresión y secuelas de la Primera Guerra Mundial, a los años de algún modo felices en los que aún no se anticipaba el horror de lo que vería la humanidad entera en un futuro cercano. (O)