Los servicios públicos de calidad son clave para reducir la desigualdad en una sociedad. Garantizar acceso equitativo a educación, salud, transporte y otros servicios esenciales promueve oportunidades de desarrollo para todos, independientemente de su nivel socioeconómico.
En Ecuador, la desigualdad en la calidad y acceso a estos servicios es evidente. En salud, quienes tienen seguro privado acceden a mejores servicios, mientras que aquellos que dependen del sistema público enfrentan largos tiempos de espera y atención deficiente.
El transporte muestra una brecha similar: quienes usan transporte público soportan hacinamiento, inseguridad y malos tratos, a diferencia de quienes disponen de vehículos privados.
En educación, las diferencias también son marcadas. Los estudiantes de instituciones privadas, según sus recursos, acceden a mejores instalaciones y currículos actualizados, mientras que las escuelas públicas luchan con infraestructura precaria, masificación y falta de tecnología.
Recientemente, la crisis eléctrica ha agravado estas desigualdades. Los hogares y empresas con generadores enfrentan la situación con mayor resiliencia, mientras que los más vulnerables carecen de luz para tareas escolares, cocción de alimentos y todo tipo de actividades económicas. Las instituciones educativas privadas con generadores mantienen su continuidad, mientras que las públicas limitan horarios y cancelan clases, especialmente aquellas de informática y tecnología.
La baja calidad de los servicios públicos no solo profundiza la inequidad, sino que genera resentimientos entre los ciudadanos. Es fundamental que quienes lideren el país presenten estrategias claras y sostenibles para mejorar los servicios y reducir las brechas, promoviendo igualdad de oportunidades para todos los ecuatorianos, sin importar su situación económica, social o geográfica. (O)