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Una ciudad que vale la pena visitar y disfrutarla, recorriendo y descubriendo Palermo Soho, disfrutando de su cultura gastronómica; no escuchando, pero sí sintiendo con el corazón su música adornada por el bandoneón y a su compás animarse a dar unos pasos de tango; y por supuesto, sus Letras, en las muchas librerías que se van encontrando al paso, y que susurrándonos el alma nos abrazan e invitan a pasar...

1 Julio de 2022 14.46

I

El arribo 

Días previos al reciente viaje, debo confesar que no tenía mayor ánimo, sobre todo por el ambiente político que vive la hermana República de Argentina; sin embargo, resolví ir a efectos de cumplir con mi compromiso de acudir a un encuentro de Latin Bridge Chapter de Entreprenuers` Organization EO, del cual formo parte como miembro y en el Directorio a cargo de la silla de finanzas. Al aterrizar, me topé con un aeropuerto con pocos visitantes. Cuando llegamos al hotel, ubicado en la calle Posadas 1086, grata fue mi sorpresa por el destacado servicio al cliente, desde la misma entrada, al punto que la guapa y amable señorita de recepción, por equivocarse en un detalle no mayormente significativo, en compensación –sin yo solicitarle– me dio un upgrade, ubicándome en el exclusivo piso 7, asignándome una elegante suite-habitación, realmente cómoda. El día siguiente, el desayuno en el restaurante Elena, situado en su momento dentro de los 50 best, ubicado en el mismo hotel, tanto por el local, fortalecido por espléndidos maduradores de carne, cuanto por el servicio y alimentos, de primera calidad, un verdadero placer desayunar ahí. Esto, iría amortiguando mi resistencia inicial. Así, el primer día resolvimos con un grupo de apreciados amigos, salir a caminar por las frías pero hermosas y arboladas calles, con indiscutible aire europeo de Palermo.  En los semblantes de los argentinos, mientras caminaban por sus ventosas avenidas, aprecié un aire de preocupación, entiendo por el tema económico, toda vez que la poca libertad económica y alta inflación, sin duda les están infortunadamente golpeando.

II

Don Julio

Toda vez que estoy relacionado con el mundo gastronómico, estando ya allá y, al tanto que para entrar se requiere reserva de algunas semanas previas, igual me aventuré a ir a Don Julio, uno de los mejores restaurantes del mundo en lo que se refiere a carnes a la parrilla. Como era de esperarse, la señorita en la parte exterior del local, cortésmente nos indicó que, si no teníamos reserva, no podíamos ingresar…  Sin darle la contra, le solicité amablemente que le llame al encargado. A los pocos minutos, nos permitió entrar a la puerta, donde nos recibió Diego, el administrador, me presenté y le expliqué la razón del viaje, y sin mayor desgaste a los pocos minutos, amigablemente nos asignó una mesa en el segundo piso. Cabe indicarse que, todo el lugar, que es una casa señorial acoplada como restaurante, estaba abarrotada de clientes. La carne a la parrilla hecha a la manera tradicional, platos pasados por un concepto de estacionalidad, con ganado Aberdeen Angus y Hereford alimentados con pasto, criados en el campo en los alrededores de Buenos Aires, cuyos cortes luego controladamente se refrigeran por 21 días, a fin de alcanzar la madurez óptima.  La comida presentada sin mayor adorno y la atención, de primera; desde esta columna, mi agradecimiento a Diego y, felicitación a Pablo Rivera su Chef – Propietario.

 Al día siguiente, tuvimos el gusto de escuchar y aprender de la historia de éxito brindada en la conferencia de Nicolás Tejerina, ex Ceo y propietario de NAVENT (Plusvalía.com, etc.). Posteriormente, recorrer la Plaza de Mayo, pasar al frente de la Casa (Presidencial) Rosada, con las claras explicaciones de la inteligente guía, con su agradable acento argentino. Y, sin duda, caminar por Caminito, disfrutar de una clase al paso de Tango y de su historia, se vuelven momentos especiales. Y por la noche, disfrutar de una cena con emprendedor@s, en uno de los concurridos restaurantes de Puerto Madero, la renovada zona, uno de los sectores más exclusivos de Buenos Aires, donde el metro cuadrado de construcción puede costar algunos miles de dólares.

III

Encuentro con Gastón…

Y para cerrar con broche de oro, el sábado, último día en Buenos Aires y víspera del retorno programado para la media noche,  con escala en Bogotá rumbo a UIO, y pese a que con el grupo teníamos, para variar una “parrilada” en una finca cercana, resolvimos con un buen amigo aprovechar, para hacer unas compras, caminar un poco más por sus  calles, y en la tarde noche relajarnos para  conversar utilizando para el efecto  la sala exclusiva del hotel,  para uso de los pisos 7 y 8, que tiene incluso un  balcón en donde es permitido fumar. Estando ahí, de repente y de reojo pude notar que una figura corpulenta bajaba del piso ocho por las elegantes gradas internas del área, dirigiéndose al balcón para fumar un tabaco. En cuestión de fracciones de segundo, pude darme cuenta que se trataba del “rock star” de la cocina, el afamado y destacado Chef Gastón Acurio. Fruto de este agradable momento, tuve el honor de charlar con él,   felicitarlo por su gran labor en la gastronomía y sobre todo por su pensamiento, al que el Perú le debe mucho;  y a su vez, comentarle en cuanto a las clases de gastronomía que llevamos tomando ya varios meses con Rafaela, así como de Ukllana, mi restaurante rural en Uyumbicho, abierto en   plena pandemia; siendo una grata ocasión para entregarle mi libro “Nacido para Más”, que él amablemente me pidió que le dedicara unas líneas. 

Y así, a vista de paso de un turista emprendedor, Buenos Aires durante algunos días que pasaron en un abrir y cerrar y de ojos, nos recibió y despidió, de una manera extraordinaria, en donde pude percibir que pese a la situación política y económica, su gente es cálida y sobre todo muy educada en el trato. Una ciudad que, a pesar de la adversidad continúa pujante, que añora su época dorada de crecimiento y riqueza, pero que no pierde la fe ni la esperanza en la libertad, con su elegancia y distinción que se escapa naturalmente por los poros de sus edificaciones y rincones. Una ciudad que vale la pena visitar y disfrutarla, recorriendo y descubriendo Palermo Soho, disfrutando de su cultura gastronómica; no escuchando, pero sí sintiendo con el corazón su música adornada por el bandoneón y a su compás animarse a dar unos pasos de tango; y por supuesto, sus Letras, en las muchas librerías que se van encontrando al paso, y que susurrándonos el alma nos abrazan e invitan a pasar…  (O)

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