Los partidos políticos en Ecuador están sufriendo de una severa crisis de identidad. El espectro político por el cuál solían regirse, de izquierda a derecha y viceversa, ha dado paso a un ejército de nuevas figuras de 'centro', que se venden, ni de un lado ni del otro, hasta que llegan al poder. Lamentablemente, los comunicadores políticos debemos hacernos un mea culpa al respecto. La profesionalización de la campaña electoral y la revolución de la inmediatez nos ha forzado a caer en populismos baratos, superficiales y carentes de mensajes estructurales. Algo similar a lo ocurrido con el movimiento del minimalismo, aplanando los detalles y el propósito de fondo para darle paso a una forma más aesthetic, repleta de apariencias y débiles fachadas.
Al aplicar la famosa frase de marketing: No vendas el martillo, sino el hueco, todos los candidatos se han convertido en un producto comercial que apela a crear un vínculo emocional, poco racional, con nosotros (los votantes). Las elecciones ya no se basan en un intercambio de ideas, propuestas y soluciones, sino que es un espacio para vendernos la idea de ser simpáticos, graciosos y cercanos. Personalmente, estoy harto de la figura del carismático líder/lideresa que viene a salvar el mundo, ahora prefiero un candidato aburrido que venga a hablar de política, simple y clara política. Evidentemente, debido a la sobrepoblación electoral, el debate oficial (el encuentro con más rating de la democracia actual), se ha visto reducido a responder a incógnitas como: ¿Cuál es su proyecto económico para sacar adelante al país? En balbuceos de 30 segundos o menos para cápsulas de Tiktok y para que todos los candidatos tengan su temporal turno arriba de la palestra.
En 2025 elegiremos a un binomio presidencial, cinco parlamentarios andinos y 151 asambleístas (15 nacionales, 130 provinciales y seis del exterior). 14 asambleístas se sumarán al poder legislativo a raíz del último censo. Cuatro más para Guayas, tres más para Pichincha y uno más para Azuay, Esmeraldas, Manabí, Morona Santiago, Tungurahua, Orellana y Santa Elena. Esto también significa un aumento en el gasto electoral. Por ejemplo, por cabeza se le asigna a cada binomio presidencial US$ 5,4 millones o US$ 0,40 por cada ecuatoriano que vota (13'736.314 habilitados). Si los 17 posibles presidenciables compiten, esto significaría un desembolso de US$ 93,4 millones por parte del Estado, equivalente al costo de dos hospitales generales nuevos de 120 camas (no les cuento el resto del presupuesto asignado para las otras dignidades para no arruinarles el día).
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Pero, no me malentiendan, yo estoy de acuerdo en que se financie a los candidatos, ese es el precio de la democracia. Este pozo comunal funciona para que un candidato chiro tenga alguna posibilidad de combatir frente a los grandes capitales o para que no se meta con cualquier financista de dudosa procedencia (al menos esa es la intención). Lo que causa el malestar ciudadano está en la cantidad de completos desconocidos o demasiado conocidos que recibirán el aporte de millones de ecuatorianos. Lamentablemente, es un secreto a voces que muchos medios de comunicación devuelven, en forma de comisión ilícita, estos recursos a las arcas de la billetera personal.
En el resto del mundo, muchos países están teniendo problemas con sus democracias. Volvieron las dictaduras, desde Rusia, Corea del Norte y China, hasta El Salvador, Nicaragua y Venezuela. En el caso de Francia, por los pelos se salvaron de que el partido de extrema derecha se vuelva gobierno. En EE.UU., es tanta la polarización entre demócratas y republicanos que por falta de cooperación cada vez es más frecuente escuchar que se cierra el gobierno estadounidense al momento de aprobar su presupuesto. Entonces, ¿cuál es la mejor forma de gobernabilidad?
Existe un término electoral llamado representación proporcional, que propone que una parte de los votos obtenga una parte de los escaños. Hay cuatro esquemas comunes, pero depende de si quieres votar por una persona o un partido. El primero es el sistema de lista cerrada, como el que usa España, donde simplemente votas por un partido y cada porcentaje se traduce en una determinada cantidad de escaños que se deciden puertas adentro. En Finlandia, Bélgica y Dinamarca usan el sistema de lista abierta, donde votas por un candidato en específico (como lo hacemos en Ecuador).
Alemania usa un sistema llamado proporcional de miembros mixtos. Mixto porque en su sistema se emiten dos votos: uno por una persona y otro por un partido. Cada distrito elige una persona y esos candidatos ocupan algunos de los escaños del Parlamento, pero el resto de los lugares se llenan observando el voto del partido y luego repartiendo los escaños restantes, hasta que el producto final sea proporcional. Irlanda usa la elección clasificada, donde en lugar de votar por un candidato, se vota por varios candidatos a la vez en diferentes posiciones, esto anima al elector a votar por partidos más pequeños y candidatos menos establecidos.
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Algunos de estos enfoques podrían ayudarnos a mejorar la precaria situación legislativa, cambiando el balance y la forma de hacer política en el Ecuador. Sin embargo, en las elecciones presidenciales solo hay un ganador. Es por esta razón que en primer lugar deberíamos reconfigurar la forma en la que se crea un partido/movimiento nacional. Si somos 13,7 millones de votantes debería existir un mínimo de 2-3 millones de firmas para crearlo. Eso reduciría de 17 a entre 4 - 5 partidos, con sus diferentes ideologías distribuidas a lo largo del espectro político. Para lograrlo, los amos y señores de cada partido deberán ceder poder para conseguir acuerdos mínimos con movimientos afines.
En segundo lugar, los candidatos deberían ser militantes del partido por un mínimo de tiempo. Eso filtraría a los improvisados que solo quieren llegar al poder por una sola ocasión. En tercer lugar, las elecciones primarias deberían darse dentro del partido y tendrían que ser televisadas para conocer a las posibles figuras, antes de que se impriman las papeletas. Es hora de crear un ambiente de diálogo, con ideas, ganando espacios con pulso y tenacidad. El objetivo sería llegar a la recta final de la campaña electoral con propuestas claras y concisas, frente a los bosquejos de servilleta que llegan hoy por hoy.
Estas son solo algunas ideas de por dónde podríamos empezar esta conversación, como país, para recuperar los espacios democráticos, frente al circo electoral que tenemos en la actualidad. La democracia se fortalece con el diálogo y la participación activa. Es por ello que quisiera dejarles una incógnita: El día de hoy, ¿estarían de acuerdo en reformar el sistema electoral para reducir el número de partidos políticos en Ecuador? Por mi parte: ¡Claro que sí! (O)