Lo que pudiera ser un primer capítulo se titula Inglaterra 1781, pero en realidad es uno solo, una sola época, un personaje principal, el noble William Burton, que quiere ser médico cuando las ciencias eran solo empíricas.
El libro Extrañas, Penguin Random House, 2023 comienza con una advertencia importante que evita confusiones: Los hechos reales e históricos en los cuales está basada esta novela jamás sucedieron.
La historia comienza a fluir desde las primeras páginas pese a que de inmediato el lector advertirá que los puntos -seguidos y apartes- prácticamente no existen porque así lo decidió el autor.
Otra característica o capricho del escritor es que prescinde de los que, qué, los por qué, incluso los aunque. Y demuestra que es posible hacerlo sin incurrir en errores gramaticales.
Tal vez Arriaga se inspiró en lo que en literatura se conoce como lipograma, que consiste en suprimir una o más vocales en un texto, como por ejemplo la novela del francés George Perec La disparition o El secuestro, publicada sin la 'e' en 1969.
Antes de entrar en los argumentos de la novela es importante destacar que el escritor no usa ninguna palabra o neologismos posteriores al siglo XVIII.
Por ejemplo, apotecaria por botica o farmacia, amistanza por amistad, albéitar por veterinario, hesitación por duda, mal francés por sífilis, venino por venenoso.
La historia
Cerca de cumplir los 18 años William Burton es llevado a conocer los alrededores del castillo, las aldeas, a la gente que allí habitaba durante siglos y que nunca había visto.
Curioso como era, le llamó la atención que en medio de los establos y de las porquerizas habitaban unos seres para él extraños, no eran animales, pero chillaban como si fueran.
Descubriría luego que se trataba de humanos que nacían con deformidades físicas y que sus padres, por no tener claro si era pecado matarlos, los dejaban amarrados junto con los animales.
Eran los denominados engendros, criaturas feas y deformes que se alimentaban con las sobras de la comida; dormían sin abrigo, como animales.
Conmovido Burton decide ser médico y lo comenta con su madre. Sorprendida ella expresa que los médicos son criados, sirvientes mejor pagados y solo un poco más instruidos llamados a atender partos o sofocos de ancianos.
La familia de Burton creía que la ciencia y la medicina son solo una pantomima para deslumbrar a incautos y rechazan la idea. Burton insiste, finalmente le quitan todos sus títulos nobiliarios y abandona el castillo familiar.
Comienza a trabajar en un pueblo junto a un boticario sabio que conocía el poder de las plantas para curar o cicatrizar heridas. Mientras tanto leía libros sobre medicina.
A través de los textos conoce un médico con una enorme reputación y fama de curar los casos más complicados; el encuentro fue en Escocia y luego se iría a Londres.
Robert Black es el nombre del otro personaje importante de esta novela. Es autor de libros e investigaciones que asombraban a la ciencia de entonces; Burton decidió ser su discípulo.
Personaje impredecible, huraño, insoportable, Black lo designa su asistente en el consultorio londinense al que acude mucha gente en busca de sanación; criaturas que se exhibían en los circos, hermafroditas, etcétera.
La novela se concentra luego en una criatura que llega a la consulta con todo su cuerpo cubierto. No era una niña, en realidad era un solo cuerpo, pero con dos cabezas.
La madre solicita que una de las cabezas tendría que ser amputada para evitar la vergüenza y también las amenazas de una sociedad que veía a la criatura como un demonio y quería asesinarla.
El doctor Black sabía que en África existía un cuerpo similar y que, embalsamado, era motivo de adoración. Comienza entonces una peligrosa expedición para llegar a países lejanos para buscar información y antecedentes de casos similares al presentado en Londres.
En una aldea campesina encontraron cabras con dos cabezas, que también eran consideradas sagradas.
Después de más de 10 meses de investigación regresan y los estudios del caso continúan en manos de Burton, que presenta un informe después de estudiar a la criatura que tenía dos cerebros y que incluso se comunicaban entre ellas en latín, un idioma que además del griego dominaba su padre.
Burton entrega el informe al famoso doctor Black y comienzan los preparativos para amputar una de las dos cabezas. ¿Cuál sería la sacrificada?
Greta y Daniela, así fueron bautizadas, una al parecer era más inteligente. Burton hubiese preferido que no se realice la cruel cirugía, pero la madre y el padre, incluso las niñas estaban resignadas: una de las dos tendría que morir.
Una de las mayores virtudes del escritor -Premio Alfaguara en 2020 por su novela 'Salvar el fuego'- es que desarrolla un final nada predecible y no por eso menos dramático. (O)