Los cortes de energía han marcado al país en este 2024. La primera temporada de los apagones fue entre marzo y abril y la segunda llegó en septiembre, ante la inoperancia de las autoridades y la resignación de la población.
Cómo podemos explicarle a un turista, a un empresario extranjero, a un estudiante de otro continente que está en un programa de intercambio, a un amigo o familiar que llega de visita al Ecuador que no habrá energía eléctrica durante tres, cuatro o más horas seguidas, por días o semanas.
Cómo explicarles que las autoridades y los responsables de dar mantenimiento al sistema de transmisión eléctrico no hicieron su trabajo y que por ese motivo el Ecuador volvió a una temporada de apagones, a pesar de que hace solo seis meses el país ya vivió una emergencia similar y, sin embargo, poco o nada se hizo para evitar que esa crisis se repita.
Cómo entender la improvisación y la falta de una comunicación apropiada a la hora de anunciar nuevos racionamientos.
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No basta decir que es un efecto del cambio climático. No basta responsabilizar a autoridades del pasado. No basta esperar que lleguen las lluvias (como ya lo han hecho). Tampoco es suficiente dejar todo para última hora y empezar a tomar decisiones tardías cuando las pérdidas por los apagones se cuentan en decenas de millones de dólares.
Somos un país que se mueve con energía hidroeléctrica. El año pasado el 58 % de la energía utilizada provino de las hidroeléctricas (se construyeron 14 entre 2007 y 2017) . Pero tal como vemos ese avance no ha sido garantía para evitar los cortes de energía y los ecuatorianos, léase empresarios, emprendedores, estudiantes, mujeres, hombres, niños, jóvenes y ancianos vuelven a demostrar que su nivel de resignación es casi infinita, que su paciencia es enorme y que su capacidad para soportar nuevos retos crece, al parecer, al mismo tiempo que aumenta la ineptitud de las autoridades responsables en materia energética.
Con los apagones el país entero pierde, digan lo que digan quienes tienen 15 minutos de poder y de fama. Pierde el gran y el pequeño empresario, los comerciantes, los emprendedores, los estudiantes, los hogares, los destinos turísticos y muchos más.
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Esta crisis energética nos obliga a mirar hacia otras geografías y conocer cómo se están manejando en cercanas y lejanas latitudes. Allí están las energías nuclear, eólica y solar, por mencionar tres posibles caminos pensando en el futuro del país. Es también una nueva oportunidad para planificar en serio y cumplir esos planes con el desarrollo del país como norte.
Es tiempo para entender lo que significa la transición energética en toda su extensión e importancia. Pasar de los combustibles fósiles a nuevas energías renovables es un proceso de largo aliento y necesario.
Viene una nueva temporada electoral y habrá que leer con atención los planes de los candidatos en este tema. El país seguirá perdiendo si un asunto fundamental como las nuevas energías no se explica con la claridad que demandan los 18 millones de ecuatorianos. (O)
