Como siempre explico en las aulas y en mis conferencias, emprender no es una tarea fácil. Tampoco creo que se trate únicamente de un mundo de libertades y beneficios; de hecho, les aseguro que conlleva una serie de retos o problemas a los que, sin lugar a dudas, debemos enfrentarnos. En ese proceso, hasta que cumplí mis 34 años todo fue caos y desorden y, han de saber ustedes, que lo que menos tenía a la vista era el éxito. Les resumiré en pocas líneas mi realidad en aquella época.
Pese a que pude ser un estudiante destacado en la escuela y en el colegio, para mí era suficiente cumplir con el promedio y, simplemente, pasar de año. Mi conducta universitaria no fue menos mediocre, pero, por alguna razón, a partir de ahí no paré de estudiar. Sin embargo, siempre lo hice por las razones equivocadas, ya que entonces el ego marcaba mi recorrido. En el año 97 incursioné en el mundo publicitario por invitación de un buen amigo y, como todo en esa etapa de mi vida, resultó una debacle, y no porque el proyecto fuera malo, sino porque yo no estaba preparado para ser un buen socio. Definitivamente, las cosas se empezaron a dar algunos años después de estos denodados intentos.
Tengo que aclarar que tenía un concepto equivocado del éxito, por lo que no era capaz de ver mi realidad de una forma objetiva. Para resumir, basta mencionar que yo era un emprendedor mediocre que sobrevivía y comencé a buscar refugio en el alcohol y las drogas. Las sustancias me ayudaban a distorsionar todo lo que sucedía a mi alrededor y me hacían creer que todo estaba bien.
En el año 2007 abrí una cadena de tiendas de ropa. Un año después la vendí, junto con mi cartera de clientes, a otra agencia conocida en el medio. Seguía convencido de ser un empresario exitoso, fruto de esos pocos dólares que habían entrado en mi bolsillo. Así es como funciona el cerebro, te vende la realidad que le conviene, más aún cuando te mantienes en un estado permanente de inconsciencia mental.
Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Cuando por fin reflexioné, ya había tocado fondo, pero nunca es tarde para recapacitar. De todo corazón, confieso que ojalá me hubiesen dado algunos consejos en mis inicios como emprendedor y, la verdad, ahora que tengo la oportunidad, yo mismo deseo hacerlo a través de esta maravillosa revista.
Mis diez mandamientos para emprender con éxito son los siguientes: 1) incluye la academia en tu emprendimiento, prepárate en todas y cada una de las áreas con profesionales y huye de los vendehumos; 2) descubre tu talento y, en lo posible, aplícalo a la actividad en la que quieres caminar (ojo, esto no implica dedicarte a tu talento); 3) ponte un sueldo y separa las finanzas personales de las de la empresa, porque no es sano para el negocio que la caja de tu empresa sea tu billetera personal; 4) organiza la cuentas desde el inicio de esta aventura y hazlo a través de la contabilidad.
Sigamos: 5) céntrate en lo que hace tu negocio (core business) y terceriza lo que no es relevante, lo cual no quiere decir que no hagas un seguimiento de estas actividades; 6) digitaliza parte de la operación (comunicación, marketing, gestión, etc.). Existen miles de herramientas en el mercado que te permitirán hacerlo; 7) reinvierte la mayor parte y, si es posible, todas tus utilidades, en los primeros años de operación. Esa una de las mejores decisiones que puedes tomar; 8) apalanca tu negocio tanto como puedas, con conocimiento, talento, capacidad de otros y, sobre todo, con el dinero de la banca formal; 9) asóciate solo si es necesario y, si la razón es financiera, evita hacerlo.
Finalmente, en décimo y último lugar, te aseguro que lo más importante es trabajar en tu ser. Trabaja en ti. Si quieres un emprendimiento de éxito, una familia maravillosa, una sociedad que sume, un alto nivel de conciencia, y alcanzar tus logros personales, debes volverte digno de esas metas. Esto significa trabajar alrededor de valores positivos, tener un propósito potente, plantearte retos y ponerlos en acción, acompañados de hábitos y cualidades. Si sigues estos pasos te evitarás caer en situaciones tan desagradables como las que yo experimenté hasta hace 13 años. (O)