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¿Alguno de los papás o de las mamás que me leen estuvieron listos para serlo? ¿Cuántos emprendedores pueden levantar la mano y decir que empezaron cuando todo estuvo listo y planificado? No lo piensen tanto, solo háganlo.

12 Febrero de 2024 06.12

–No estoy listo para empezar mi negocio propio, voy a esperar un tiempo más, que las cosas en el país se calmen, que vuelva la estabilidad. No vale arriesgarse en este momento. Xavier, de 34 años, habla con sus amigos quienes le preguntan por qué no abre un local para vender las pizzas que prepara cada vez que se reúnen.

Este chef sabe que tiene talento, pero duda, tiene temor de emprender e invertir los ahorros que viene acumulando hace un par de años, desde que trabaja en un restaurante en uno de los valles en los alrededores de Quito. Sus amigos insisten y él responde: “prefiero lo seguro, un trabajo a tiempo completo y cobrar mi sueldo a finales de mes. Sería una locura dejar eso para montar una pizzería, contratar un par de empleados, me complicaría la vida”.

En otro punto del país, Daniela recorre un centro comercial en compañía de sus amigas. Tiene 30 años y vive con su pareja desde hace seis meses. Bromean sobre estar embarazadas y convertirse en mamás. Esta empleada pública con estudios en Contabilidad dice: “Ser mamá,  ahora, con tanta violencia y encima el calentamiento global? 

–¡Ni loca, jamás! Bien estoy con mi perrito y mi pareja”.

La joven se despide de sus amigas, vuelve a su departamento y recuerda lo hablado con sus amigas. Se mira en el espejo del baño y se imagina con un bebé en brazos. “No, no, no. Estoy loca”. Ríe y se alista para una ducha de agua caliente.

Un tercer personaje de esta pequeña historia se llama Antonio y tiene 26 años. Saborea un café en un patio de comidas mientras chequea en su laptop las ofertas de maestrías que recibe casi a diario en su correo electrónico. Cumple esta rutina al menos dos veces a la semana, desde hace un año, cuando empezó a trabajar y se dio cuenta de que un título de cuarto nivel puede abrirle oportunidades. 

Antonio ha enviado varios correos y ha tenido cerca de 10 reuniones virtuales con igual número de universidades, dentro y fuera del país. Pero aún no se decide. “Voy a esperar una nueva convocatoria”, repite casi como un mantra, mientras se distrae revisando reels en sus redes sociales.

Los tres testimonios que acaban de leer son ficticios, pero sirven para representar y dar cara y nombre a los indecisos que aplazan (aplazamos) decisiones. Esas frases son las típicas que decimos y repetimos cuando sentimos inseguridad. Obviamente es muy diferente convertirse en mamá o papá, que estudiar una maestría o decidirse por emprender.

Pero también es cierto que cuando pensamos mucho en una idea, cuando la planificamos hasta el cansancio, cuando corregimos un plan varias ocasiones, lo más seguro es que esa idea o ese proyecto no se cumpla. ¿Acaso alguno de los papás o de las mamás que me leen estuvieron listos para serlo? ¿Cuántos emprendedores pueden levantar la mano y decir que empezaron cuando todo estuvo planificado? ¿Cuántas empresas empezaron su historia con un producto o servicio 100 % listo?

La vida pasa, a veces muy rápido, y los planes suelen quedarse en eso. No hay que pensar tanto, hay que lanzarse. Abran ese negocio que tienen en mente hace años, viajen sin culpa, estudien esa maestría o esa carrera que tanto les interesa. Y si se enteran que van a ser papás asústense, pero sepan que la gran mayoría lo hemos logrado, tal como los emprendedores. El mejor momento para empezar es ahora. El mejor día para vivir es hoy. (O)

 

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