Adolescencia olvidada: propuestas populistas frente a problemas complejos
Ojalá que alguno de los candidatos proponga un plan más integral y menos populista, que mejore las condiciones educativas, recreativas y las oportunidades de vida para los tantos jóvenes que, lejos de nuestras realidades, escuchan balaceras, ven a sus vecinos ser acribillados o, peor aún, enfrentan amenazas directamente.

Es la primera vez que veo un debate presidencial en su totalidad. Tenía curiosidad por conocer a los candidatos y escuchar sus propuestas. ¡Un gran plan para un domingo por la noche!

Entre el poco tiempo que tienen los candidatos y la variedad de temas abordados, resulta complicado captar las propuestas en ese mismo momento. Sin embargo, después me puse a reflexionar sobre algunos de los puntos tratados. Me dio la impresión de que se mencionó mucho la inteligencia artificial, como si esta fuera la solución a todos los problemas o como si nombrarla proyectara una imagen de innovación en los candidatos. Luego, el debate estuvo marcado por cierto espectáculo: ataques y contraataques (que agradan a ciertos públicos), acusaciones, referencias constantes al pasado, atuendos que parecían emular a otros líderes, mensajes autoritarios fuera de contexto y, por supuesto, los silencios. Sí, esos silencios tan característicos frente a preguntas incómodas o comprometedores. Como escribí en otra columna, el silencio "a veces dice demasiado".

Uno de los temas que llamó mi atención fueron las diferentes posturas sobre condenar a menores de edad como adultos en casos de delitos graves, como el sicariato. Henry Cucalón, Jimmy Jairala, Francesco Tabacchi y Daniel Noboa coincidieron en que así debería ser. Noboa incluso propuso que esto se aplique desde los 15 años. Por su parte, Jorge Escala se opuso, argumentando que "a los niños se los protege y se los educa".

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Esto ofrece una perspectiva más amplia sobre cómo los candidatos abordan temas cruciales. ¿Simplista? ¿Populista? ¿Diseñado para agradar al electorado? Tal vez sí. Es comprensible que nadie quiera ser víctima de violencia ni vivir en un ambiente de inseguridad. Es posible que propuestas como estas resulten atractivas para un sector de la población que busca respuestas rápidas, radicales y contundentes.

Sin embargo, no se está considerando que "la mano dura" simplifica los problemas complejos, pero no los aborda desde la raíz. Una raíz que en nuestro país está al borde de romperse. Durante el año lectivo 2023-2024, aproximadamente 64.024 estudiantes de la región Costa y Galápagos no se matricularon. Entre las principales causas del abandono escolar están la falta de recursos económicos, el desinterés por estudiar y el embarazo adolescente. A esto se suma que Ecuador está entre los diez países con las tasas más altas de suicidios adolescentes (Ministerio de Salud Pública). La inseguridad y la violencia también impiden la asistencia regular de aproximadamente el 20% de los estudiantes, mientras que la infraestructura educativa en mal estado representa otro obstáculo.

En el debate, se habló poco sobre rehabilitación, pero mucho sobre castigo. Se priorizó endurecer las penas por encima de plantear estrategias de prevención y reintegración de menores.Quizá el tiempo no alcanzó para profundizar en soluciones, pero la postura populista y simplista fue evidente. Lamentablemente, este enfoque excluye posibles soluciones para una problemática que afecta profundamente a la niñez y la adolescencia.

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Trabajar en educación y prevención podría ser una alternativa viable. Ampliar los programas sociales y educativos, haciéndolos más atractivos y enfocados en ofrecer un proyecto de vida, ayudaría a evitar que los menores se vinculen al crimen organizado, una opción que para ellos puede resultar más seductora que asistir a la escuela.

Da la impresión de que poco importa que estos jóvenes siguen siendo adolescentes. Aunque sus actos no son justificables, aún no han desarrollado completamente su autocontrol ni madurez.

Estamos en una era en la que prevalece la "mano dura" y el "todo vale". Ojalá que, en este contexto, alguno de los candidatos proponga un plan más integral y menos populista. Un plan que mejore las condiciones educativas, recreativas y las oportunidades de vida para los tantos jóvenes que, lejos de nuestras realidades, escuchan balaceras, ven a sus vecinos ser acribillados o, peor aún, enfrentan amenazas directamente.

En un contexto como este, es imposible soñar con un futuro mejor. (O)