Los cortes de luz son una maldición. Las excusas suenan infantiles y las pérdidas enormes. A nivel de país, el Ministro calcula 72 millones por día. Irrecuperable. Y hay que sumar todas las tragedias cotidianas: comunicaciones, educación, pérdida de alimentos, alumbrado público, agua, calefacción, semáforos. La vida entera se tuerce. La falta de planificación y el caos llegaron otra vez. Extrañamente, la protesta ha sido mínima. Tal vez por comprensión de una herencia nefasta. Tal vez por aceptación de un castigo de la naturaleza. Tal vez porque atravesamos una fase de anestesia social prolongada.
El tema no fue una explosión inesperada. La precariedad eléctrica se la conocía de antes, sobre todo en el gobierno gris de Lasso. Pero también ahora. Noboa había exigido una agenda esencial a cada Ministerio. Su Secretario no dio seguimiento a las prioridades de cada cartera. Y su Ministra Aguayo, perdida en la inmensidad o salpicada de mala fe, hoy es acusada, junto a sus compinches, de sabotaje. Palabra mayor que no puede quedarse en denuncia inflamada: ocultamiento de información, mentira a la población, inacción intencional, corrupción. Se imponen pruebas y sanciones.
El problema se agudiza porque no existen soluciones mágicas, ni dependen solo de recursos y buena voluntad. Las medidas emergentes se han impuesto: baja de demanda, ahorro energético, compras a Colombia, barcazas, bombardeo de nubes, activación de termoeléctricas… Y esperanza en que las lluvias empapen las represas. Estamos en manos de las nubes. Se pospone el mediano y largo plazo. Una vez más.
Vivimos a media luz. No solo es asunto de cortes de energía. La situación política permanece a media luz. Con situaciones poco claras, incompletas, pendientes. Los apagones políticos no nos permiten apreciar todo el panorama. Los perfiles de las acciones y los personajes se diluyen. Situación extraña, densa, opaca.
MEDIA LUZ Y MEDIA OSCURIDAD
Estamos todavía a media luz en el tema de las investigaciones de corrupción (Metástasis y demás). Pero se ha avanzado mucho. Tenemos ya una idea de la bestialidad del asunto, de los implicados, del asalto al país, de la burla de leyes e instituciones. Es preciso no desmayar. Continuar prendiendo luces hasta disipar las telarañas.
Estamos todavía a media luz en el lío internacional que nos metió la prepotencia de México y su Socialismo 21. La defensa del país en la Corte Internacional de Justicia de La Haya fue ejemplar y firme. Aportó al tratamiento del tema con contexto y visión crítica, como corresponde. El futuro es incierto y no se agota en lo que pueda decir la Corte.
Estamos todavía a media luz en la inefable Asamblea. Camisetazos y nuevas mayorías móviles en movimiento. Por debajo continúa la ignorancia de muchos honorables, los intereses mezquinos, la promoción personal, las pretensiones de impunidad. En todo caso, este escenario de la Asamblea no genera sino desprecio y memes.
Estamos todavía a media luz respecto de los créditos del FMI. Se ha obtenido fondos salvadores, pero aumenta la deuda sin conocerse las condicionalidades del crédito. Las platas no vienen gratis; junto con el interés que hay que pagar, caminan obligaciones complejas. Seguramente, el tema de los subsidios vuelve a la mesa. Sincerar todo el paquete aportará luces para hoy y mañana.
Media luz no equivale a oscuridad total. No se trata de un túnel indescifrable y sombrío. Afirmarlo sería derrotismo y ceguera. Hay luces que se vislumbran. Y hay confianzas -ratificadas por encuestas- que no han muerto. Pueden -deben- llegar nuevos días, dignos y luminosos. Sin tantas vergüenzas: corrupción, sabotaje, traición, narco política, apetitos de cuatro gatos.
Subrayamos dos medidas complementarias e indispensables. La primera, una política de comunicación consistente, permanente, oportuna, para todos. Hay nueva Secretaria y es de esperarse mejores ejecutorias, a nivel interno e internacional. Y la segunda, un proceso de seguimiento estrecho, sin tregua. Responsabilidad a cargo de la ciudadanía toda, sus organizaciones sociales, la academia y especialmente, los medios de comunicación.
Una expresión conocida se vuelve hoy muy pertinente: el largo plazo es urgente. Muy cierto, no es suficiente tapar las heridas más visibles y dañinas. Posponer las soluciones de fondo, de mediano plazo es un suicidio. Ellas demandan ser diseñadas desde ahora. Aunque los resultados no sean por el momento visibles, aunque no generen votos y adhesiones. Es preciso caminar desde las barcazas a un nuevo modelo energético integral… He aquí un germen de objetivo de país que tanto se reclama. (O)