La cultura del cannabis es global. Estamos ante un movimiento que crece, que se consolida y que da paso a una industria que mueve miles de millones de dólares. Y ese movimiento tiene una fecha, un día: el 20 de abril o más conocido como el 4/20, 4:20 o 420. Tres números para celebrar el cultivo y el consumo del cannabis, terapéutico y recreativo; el que sana y el que relaja.
El epicentro de esta celebración se remonta a California, cuna de varios capítulos históricos en favor de las libertades, de la psicodelia y de una serie de culturas underground que han cruzado fronteras por todo el planeta.
Era 1971 y el consumo de marihuana se extendía en ciertos grupos de la sociedad estadounidense. Vietnam, Nixon, paz y amor, la cultura hippie, haz el amor y no la guerra son solo algunos de los elementos que dan contexto a esta fecha. La leyenda cuenta que cinco estudiantes de secundaria iniciaron este movimiento cuando decidieron fumar marihuana al final de clases, siempre a las 4:20 de la tarde. Empezaba un ritual y un código secreto que trascendió en el tiempo, iniciaba la festividad más importante para los amantes de la marihuana.
Símbolo de una contracultura que se convirtió en una cultura, el 420 es hoy en día motivo de estudios sociológicos, de investigaciones académicas, de reportajes en los medios tradicionales y de un sinfín de publicaciones en redes sociales. Es una conversación mundial, es un negocio que crece.
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Veamos algunos datos. En EE.UU, ya son 24 los estados que permiten el uso recreativo de cannabis y 39 dieron luz verde para su uso medicinal. En América Latina, hasta mediados del año pasado, Uruguay, Brasil y México permitían el uso recreativo y medicinal, mientras que Ecuador, Colombia, Panamá, Perú, Chile y Argentina aceptaron su uso medicinal.
En Europa, el negocio alrededor del cannabis mueve cerca de 3.000 millones de euros anuales, solo en el mercado terapéutico. A escala mundial, todo el sector moverá unos US$ 58.000 millones en un par de años, casi la mitad del PIB ecuatoriano.
Ya considerado como un commodity, la industria global abarca una amplia gama de productos, desde cannabis medicinal y aceites de CBD hasta cáñamo industrial y marihuana recreativa. Para llegar a esto existen al menos tres factores: la legalización, con unos 50 países que adoptaron normas y leyes ya sea para uso médico, industrial o recreativo. Un segundo factor está en la demanda de productos de cannabis de alta calidad. Y el tercer elemento es la formalización de la cadena de suministro, en donde productores, procesadores, distribuidores y minoristas mejoraron las prácticas para garantizar calidad y trazabilidad, al igual que en otros productos agrícolas.
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¿Qué pasa en Ecuador? Las cifras del mercado del cannabis no psicoactivo y el cáñamo industrial indican que cerca de 705 empresas operan en este sector. El país cuenta con 2.277 hectáreas autorizadas para el cultivo de cannabis no psicoactivo y cáñamo industrial, aunque no todas están sembradas. En 2023, la industria generó US$ 7,2 millones en ingresos y se espera que para este año alcance los US$ 10 millones. Las proyecciones indican que el sector generará 30.000 empleos directos y 144.000 empleos indirectos. Además, busca alcanzar los 300.000 usuarios nuevos, aportando con el 0,5 % del PIB nacional, según cifras del Clúster de Industrias del Cannabis y Cáñamo del Ecuador.
Han pasado 54 años desde que esos cuatro jóvenes fumaban marihuana a las 4:20 de la tarde, desde el nacimiento del 4/20. Hoy, más allá de la anécdota que se dio en un mundo que ya no existe, queda claro que estamos ante una industria millonaria y sin fronteras. (O)