La noche ha caído ya. El agua, en cambio, no acaba de caer. Es la estación lluviosa y a la humedad se suma este insoportable calor. El bochorno le llaman por aquí. Se podría creer que el agua de alguna manera atemperaría los calorazos, pero es al revés: más bien el calor evapora el agua mientras ella va cayendo y esa humedad, pegajosa y ardiente, se va colando entre la ropa, en el pelo, en las manos….
Nos encontramos en la provincia libre de Guayaquil. La fecha: 6 de mayo de 1821. Un ejército de seiscientos cincuenta hombres ha llegado al punto previsto en el litoral tras un extenuante viaje que empezó el 4 de abril en el puerto de San Buenaventura, en la costa pacífica de Nueva Granada.
Comanda al grupo el general Antonio José de Sucre, que lleva una orden del propio Simón Bolívar para anexar Guayaquil a la República de Colombia y empezar en esa ciudad la campaña libertaria de Quito, una ciudad que aún se encuentra bajo dominio español. La empresa no es fácil, pues entre los notables de Guayaquil hay quienes prefieren sumarse al Protectorado del Perú o incluso mantener su independencia a pesar de los riesgos que esta decisión puede tener para una provincia amenazada permanentemente por los realistas al mando de Aymerich.
'1822, La novela de la Independencia', es el nuevo libro de Íñigo Salvador que acaba de ser publicado por editorial Planeta, y que constituye, en este género literario de la novela histórica, la obra cumbre sobre la campaña libertaria de Quito que terminaría un año después, el 24 de mayo de 1822, con la batalla del Pichincha.
Esos días iniciales del mes de mayo de 1821, reunidos en la Casa Consistorial, sede del Gobierno Guayaquileño, ubicada en la calle de la Orilla, Sucre conocerá a la Junta de Gobierno conformada por José Joaquín de Olmedo, Rafael María Ximena y Francisco María Roca, además de otros notables presentes, para llevarles el mensaje de Simón Bolívar. Tras varias discusiones, posiciones extremas y negativas a colaborar en la campaña, Sucre dice:
-Señores miembros de la Junta de Gobierno, ciudadanos de Guayaquil… lo que nos reúne esta tarde en torno a esta selecta mesa es la libertad. La libertad de Guayaquil, la libertad de Quito, la libertad del Perú, ¡la libertad de la América toda! Pero en el centro de todo ello está la libertad de Quito. -Sucre calla unos segundos para dejar que la idea cale en la audiencia-. Quito debe ser liberada por cuatro principales razones: porque la América toda tiene una deuda de sangre con Quito, que fue la pionera en el continente en aportar con sus mártires del año 10 como simiente de la libertad… Segunda; porque liberada Quito, la independencia de Guayaquil quedará consolidada, sin más amenazas realistas desde la sierra. Tercera, porque liberada Quito, toda la antigua Real Audiencia será libre y ello permitirá la conclusión de la campaña libertadora de Colombia… Y, cuarta, porque, logrado todo esto, el ejército colombiano podrá dirigirse hacia el sur sin necesidad de guardarse las espaldas, para cooperar en la liberación del último bastión de los realistas en América: el Perú..
La novela traza así, entre lo histórico y lo ficcional, con base en una vasta documentación y un amplísimo conocimiento del autor, la trayectoria que seguirá ese ejército durante un año hasta alcanzar la noche del 23 de mayo la cima de la libertad en las faldas del Pichincha, en donde se protagonizará unas horas después, con la ventaja de la altura alcanzada y de la posición dominante de los batallones independentistas sobre los realistas, la heroica batalla del Pichincha.
Pero la obra de Íñigo Salvador no es solo una crónica detallada y exacta sobre batallas, estrategias de guerra y negociaciones políticas, con mapas, glosarios y datos históricos precisos, sino sobre todo una novela que se interna en los personajes principales: Antonio José de Sucre, Abdón Calderón, Felipe Carcelén, Diego Ibarra, Tomasa Bravo, José María Córdova, Daniel Florencio O´Leary, Andrés de Santa Cruz o el mariscal Aymerich, entre muchos otros, en sus miedos y frustraciones, en sus pasiones y rencores, en sus debilidades y fortalezas, para reconstruir de forma amena, íntima e inundada de emociones y revelaciones, la campaña libertaria que este año precisamente celebra su bicentenario.
'1822, la novela de la Independencia', será desde este año de su publicación una obra de consulta y lectura obligatoria para conocer nuestra historia. (O)