La voluntad de poder
El poder político no puede reducirse a la fuerza de las mayorías, a la dialéctica de la voluntad del poderoso. El poder necesita controles, necesita de legalidad efectiva que no dependa de sí mismo, sino de hombres libres y de tribunales autónomos. De gente capaz de cuestionar, porque, además de la fuerza de la voluntad de poder, hay valores mucho más trascendentes, hay dignidad humana, hay derechos inviolables. Hay libertades que en ningún caso se pueden cuestionar o eliminar.